Memoria y olvido: Presentación del libro "Imágenes de la muerte" de Ramón Díaz Eterovic en FILSA 2022

Por Carvacho Alfaro

Hablar de la obra de Ramón Díaz Eterovic implica necesariamente hablar de la historia de nuestro país, esta singular franja de tierra que es empujada por la cordillera y que siempre está a punto de caer al océano. Este territorio lleno de vida, dolores, sacrificios y golpes duros debe aguantar como un recio boxeador los pormenores de una vida ruda y violenta. Hoy, cuando algunos “honorables” pretenden negar la memoria y seguir aumentando el olvido en nuestras vidas, la narrativa de Ramón ayudará a darnos cuenta de cómo nuestras vidas, una microhistoria, ha formado parte de algo mayor que suma y multiplica al momento de mirar, reflexionar y criticar. Para esto, entonces, los invito a escuchar un poema de Díaz Eterovic publicado en su libro del año 82, Pasajero de la ausencia.
 
La llama contra el olvido.
 
La llama contra el olvido se cobija en mi sien.
Llegará un postrer invierno, la última nieve.
Llegará la carretera negra y morirán los ojos.
Allí estaré de pie junto al camino
para confesar a los muertos y arrancarles los recuerdos.
Para la eterna destrucción
conservaré empuñadas mis manos pretéritas.
No habrá olvido,
cada hoja de cada árbol en cada otoño
guardaré en mi memoria.
 
Si bien, la intención original de este texto es otro, como me lo confesó hace unas semanas su autor, este poema publicado hace cuarenta años podría dilucidar la ruta que ha tomado Ramón Díaz Eterovic en su escritura constante. La memoria y el olvido son, entonces, dos elementos de una dicotomía eterna que perdura en su narrativa, bajo el alero de su detective Heredia, nuestro acompañante, sobre todo a los que nos hemos radicado en la capital, desde la provincia, y queremos descubrir los rincones de la ciudad. Porque como diría Mariano Latorre “ahondar en el rincón es la única manera de ser entendido por el mundo”.

“Allí estaré de pie junto al camino /para confesar a los muertos y arrancarles los recuerdos” nos dice el hablante, como si fuera la voz de Heredia en esta novela número diecinueve Imágenes de la muerte que nos convoca este día. Esos recuerdos son los que construyen las imágenes, las acciones y desafíos del protagonista que, como ya nos ha acostumbrado, se acompaña de viejos amigos, mañosos gatos y vetustos libros cubiertos de polvo y melancolía.

El estallido social de octubre del año 2019 será nuestro contexto, en donde Heredia recorre, observa, analiza y critica. Un estallido que explota desde las capas críticas cansadas de recibir golpes para comenzar a enfrentar a la vida y a esos poderes ocultos. Esos mismos poderes que se incomodan con el género negro y policial, así como con personajes que miran en profundidad y nos dan alientos para seguir caminando, aunque el camino sea una subida pedregosa.
Eran días de fuego y furiosas esperanzas. Desde hacías unas semanas las manifestaciones populares desbordaban las plazas y calles del país. El centro de Santiago y los alrededores de mi barrio estaban convertidos en un campo de batalla en el que se enfrentaban los ciudadanos indignados y las fuerzas especiales de la policía. La represión era intensa y del lado de los manifestantes se conocían numerosos casos de personas golpeadas, violadas o que habían perdido sus ojos a causa de los balines disparados por los uniformados para contener a los manifestantes que se reunían por las tardes en la plaza Italia, rebautizada desde el inicio de las protestas como la plaza de la Dignidad. (Díaz, 9)
 
En esta oportunidad, Heredia deberá enfrentarte con dos casos en donde la muerte, lo oculto y el testimonio se cruzarán constantemente. Por un lado, un joven desaparecido, sumado al asesinato de un fotógrafo. Ambos son sujetos representativos de dos perspectivas y, a la vez, elementos que serán relevantes en la revuelta social del 2019: La juventud, por un lado, representada en los deseos de cambios y, por el otro, el registro de la imagen, como un fuerte vínculo entre memoria y no olvido. Porque la imagen es memoria, y la memoria es nuestra historia de la realidad social que muchas veces se quiere ocultar. La novela policial es crítica, nos ayuda a cambiar la mirada sobre la realidad, y en eso nos ayuda la novela de Ramón, a ver nuestro entorno de una forma distinta después de leer este documento de crítica y aventuras. Porque, como bien él mismo lo dice, la novela policial es la nueva novela social que incomoda al poder.

¿Por qué es importante, entonces, leer y volver a leer a Ramón? porque nos podremos dar cuenta que los vínculos de nuestra realidad con la dictadura siguen presentes, porque seguimos bajo el alero de su constitución, porque los 30 pesos y 30 años, también son los 35 años de Heredia y porque es necesario que la memoria no esté en silencio, siga gritando y siga mostrando las luces de un futuro.

Finalmente, leer la obra de Díaz Eterovic es para eso, para que la llama contra el olvido no se apague, no se extinga, sino que se encienda como una barricada, el fuego de un cigarro de Heredia o la luz de una vela, para que así sigamos viendo la realidad, esta vez, desde otro punto de vista, con una mirada crítica bajo los ojos de Heredia al ver y leer las Imágenes de la muerte.
 
Santiago, diciembre de 2022.