¿Qué son las ciudades sino estructuras dispersas habitadas por la luz?
¿Qué son las ciudades sino estructuras dispersas habitadas por la luz? Más que nunca esa sentencia o pregunta de Óscar Wittke, el autor de Cerros de Humo (Lom), se hace imagen en sus fotografías, pues es esta la que dictamina la emoción que recorre esa misma toma y la ciudad completa, sobre todo una tan emblemática como Valparaíso.
Desde lo precario a lo fantasmagórico, desde lo ultra sensible a las huellas, también sensibles, del paso del hombre por ella, adscriben a esa pregunta, que podría ser también una máxima. La luz, en sus distintas manifestaciones (incluida, por supuesto, la luz u oscuridad del propio hombre, el individuo y sus conglomerados) late en este foco, que a veces nos muestra la turbiedad y, otras, lo sublime en imágenes que respiran, como el propio puerto, desde lugares descascarados, casi moribundos o, incluso al mismo tiempo, plenos de vida: salones de refrescos (antigua y bella denominación), devociones a santos y animitas, detalles de llaves, golpeadores de puertas, rayados contra tiranías, rostros, acciones, miradas, quehaceres, sombras, esquinas, escaleras, entradas a domicilios y negocios, edificios, borricos, la vida de circo, ascensores, la bahía en sueños, y cientos de detalles del mundo porteño, pero sobre todo de aquel enclavado en sus cerros. Hay una magia monumental aquí que, como toda buena fotografía, o grupo fabuloso de ellas, es imposible describir totalmente con palabras. MP
Texto publicado en la revista "Más piel"