Personajxs literarios en el Chile actual: Penélope

Estamos muy agradecidxs por la acogida y las historias tan creativas que han compartido con nosotrxs, todxs quienes se animaron a participar de la convocatoria "Personajxs literarios en el Chile actual". ¡Muchas gracias!

Si Penélope estuviera en el Chile de hoy, con cuarentena y todo, ¿qué estaría haciendo?

Ulises Chacón Ormeño

Mi querida Penélope tiene un curso por zoom para su emprendimiento de tejidos, me siento tan feliz por ella y se nota en su sonrisa. Me da pena dejarla para ir a la odisea por el servicio de impuestos internos, quiero saber porque me negaron otra vez el bono. A mi Penélope le encanta tejer para los niños, cada vez que puede me dice que hubiera querido tejerle cosas a nuestro hijo Telémaco cuando era más pequeño, pero grande seria nuestra sorpresa cuando nos conto que veía los cursos de su madre y estaba tejiendo para compartir con sus amigos de Micenas y Troya en ese sitio de jóvenes que bailan y salen videos chistosos. A mi Penélope la siguen muchas personas por sus redes sociales y por cada seguidor nuevo sigue tejiendo un abrigo para mi, esa era nuestra apuesta pues pensé que no llegaría a ser tan famosa, ahora me tiene hechos tres abrigos. Le digo a mi querida Penélope que debo partir a la odisea por los bonos, y me pasa una mascarilla con el símbolo de su pagina de tejidos. Me siento tan afortunado por Penélope, pero ahora Telémaco me pide bailar con él

Sebastián Jorquera

Penélope dejó el amigurumi a un lado. Respiró hondo, tal como la psicóloga de Telémaco le había aconsejado, y alzó la vista hacia su marido.
Odiseo estaba más flaco que la última vez, y se había dejado barba. De pie junto al ficus de la entrada, él esbozó una sonrisa incómoda que duró menos que un IFE. El silencio que siguió, en cambio, duró como diez cuarentenas.
Al final, fue Odiseo quien lo rompió, tartamudeando:
–Mi... Mi amorcito, ¡no sabís lo que me pasó... !
–¡¿Vo' creís que yo soy hueona?!
–Mi amor, ya, po. No me caguís con mi 10%...

Amanda Belén

La abuela Penélope, habituada a tejer, no se dio cuenta que había detenido la vida. Ella seguía dibujando en su telar, esperando quien sabe qué. Sus dibujos de lana eran de lo más variopintos: el campo y el mar brotaban en colores variados de sus palillos veteranos, que ya habían tejido mil chalecos y bufandas a sus nietos que revoloteaban en su memoria.