El territorio austral en 6 libros

A través de uno o más libros, distintos caminos se extienden para alcanzar y conocer a los pobladores, los paisajes y las culturas del extremo sur del territorio llamado Chile: un estudio etimológico del topónimo Patagonia y del gentilicio patagón que recoge y profundiza la tesis de María Rosa Lida, destacada hispanista que en 1952 estableció que el nombre patagón vendría de una novela de caballería; imágenes de los últimos kawésqar en medio de su paisaje y sus vidas cotidianas, pero también del impacto con ese mundo urbano y demasiado anhelante de modernización; versos sencillos, escritos por un profesor e hijo ilustre de la región, donde aparece la geografía magallánica con su mar, su lluvia y sus soledades; un estudio antropológico completo de los últimos nómades de los archipiélagos; novelas de misterio y resistencia ambientadas en aquel lugar conocido como el fin del mundo…

El nombre de la Patagonia: historia y ficción (Javier Roberto González)

Varias tesis se han disputado por años el origen del vocablo Patagonia, siendo la más popular, aquella que aparece en los textos escolares de Argentina y Chile y que estipula que Hernando de Magallanes habría bautizado así a los aborígenes de la región por el enorme tamaño de sus pies. Varios americanistas e indigenistas habían adelantado otras hipótesis que enriquecieron el debate académico, hasta que el año 1952, la hispanista María Rosa Lida demostró que el nombre patagón proviene de una popular novela castellana de principios del siglo XVI, en particular de los episodios del Primaleón, que le habrían servido de fuente al navegante. Javier Roberto González, autor del presente libro, defiende y complementa la tesis de Lida, con nuevos argumentos extraídos de su análisis del único original que existe del ciclo novelesco del Palmerín-Primaleón, publicado en Salamanca en 1512, al cual Lidia no tuvo acceso. Además, incorpora a su estudio (originalmente publicado en 1999) una importante adenda donde consigna, comenta y analiza críticamente las principales novedades bibliográficas que desde 1999 se han ocupado del estudio de la etimología del topónimo Patagonia o del gentilicio patagones.

Los nómades del mar (Joseph Emperaire), traducción de Luis Oyarzún

A fines de marzo, un barco de una compañía chilena de navegación nos desembarcó en plena noche en el puesto militar de la Isla Wellington. Era sobrecogedora la impresión de encontrarse bruscamente lanzado entre los últimos fueguinos, en el centro de esa gigantesca estela de archipiélagos desiertos, estirados a lo largo de doce grados de latitud entre la Cordillera Austral y el Pacífico, que fuera en otro tiempo el dominio de los nómades del mar. No había entonces en Puerto Edén sino cuatro chozas cuyos habitantes nos acogieron con sus rostros herméticos… Pronto este mundo dislocado que se extiende desde la Isla de Chiloé hasta el Cabo de Hornos, y el fragmento de humanidad que lo habita, iban a vivir para nosotros con toda su fuerza y todo su atractivo. Se trataba ahora de conocer este espacio y aquellos hombres, fuera del tiempo y fuera del mundo. Pasamos allá lejos veintidós meses en que tratamos de integrarnos de una manera auténtica y profunda a las formas todavía vivientes de la vida étnica de los alacalufes y de encontrar en su memoria tradiciones y técnicas en vísperas de desaparecer junto a esa humanidad que ellas no animan ya. (Extracto de la introducción del libro)

Kawésqar, hijos de la mujer sol (Paz Errázuriz), segunda edición

La cultura kawésqar es tan antigua como las mismas piedras que se encuentran esparcidas a lo largo de la costa de los archipiélagos de la Patagonia occidental. Ya los primeros navegantes europeos que se encontraron con esta etnia documentan su existencia en sus crónicas de viajeros. No obstante, son escasas las imágenes pictóricas que muestran la vida cotidiana de este pueblo como arte. A mi juicio, la primera muestra que ha registrado imágenes de esta etnia, con acceso a un amplio público, ha sido el trabajo fotográfico de Paz Errázuriz llamado… A través del lente de Paz se puede observar la naturaleza indómita y voluble de los canales patagónicos más la presencia de los kawésqar. La diada medioambiente y hombre está magníficamente lograda en este libro. (Extracto del prólogo escrito por José Tonko para la segunda edición del libro).

Verónica Achacaz, Puerto Edén, 1993 - Fotografías de Paz Errázuriz

Los rostros de la lluvia (Marino Muñoz Lagos), edición bilingüe

Los versos de Muñoz Lagos tienen al mismo tiempo la suavidad de la nieve y el ímpetu del viento que ha acompañado su andar magallánico. Su poesía, en apariencia sencilla, tiene la profundidad del poeta sensible que sabe captar la anónima biografía de sus semejantes y recrear en logradas metáforas el rigor o las bondades del entorno geográfico en que habita. Sus versos hablan de pescadores y artesanos, el pan familiar, de los bares donde brindan los amigos, de la lluvia que empapa las mantas de castilla, de viajeros solitarios que se juegan al naipe sus destinos y de los fantasmas azules de la nieve. (Ramón Díaz Eterovic)

Seno Skyring, fotografía de Paz Errázuriz - Extracto del poema "De mar a mar", de Marino Muñoz Lagos

Será el paraíso (Pavel Oyarzún)

Durante el año 1984, tres militantes del Partido Comunista de Chile emprenden una campaña de reclutamiento en Tierra del Fuego. En esta misión de resistencia a la dictadura, viven y sufren acontecimientos que convierten el noble propósito en una aventura desmesurada. Imbuidos de grandes ideales, una inquebrantable fidelidad a la causa y un pasado de lucha y resistencia, se ven confrontados a una realidad que los desborda y que transforma la tarea revolucionaria en una hazaña quijotesca. Sin restarle dramatismo a una narración salpicada de referencias históricas, el autor logra crear un clima casi surrealista en el desarrollo de las situaciones, que enfrenta un amplio abanico de personajes insólitos en ese archipiélago de fin de mundo, de pueblos barridos por un viento implacable, de paisajes lunares, y el infaltable destacamento de carabineros al mando de un teniente criminal con comportamientos desmesurados.

La cola del diablo (Ramón Díaz Eterovic)

Más de veinte años después de su primer viaje a Punta Arenas, Heredia regresa a la austral ciudad, respondiendo al llamado de una amiga que requiere sus servicios para encontrar a una muchacha desaparecida al término de una animada fiesta estudiantil. El detective inicia su trabajo, y lo que podría ser la fuga de una liceana enamorada se convierte en un enigma que compromete a predicadores con pies de barro. El diablo ha metido su cola en los templos y el detective no puede quedar indiferente a la verdad que poco a poco va develando con la ayuda del hijo de una antigua enamorada, de un vendedor de flores, de Gardel Artigas, un ex policía que odia los tangos, y de su gato Simenon, con quien, desde la distancia, imagina diálogos que serán claves para la resolución del caso.

 

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