Mario Llancaqueo: Oficio y vocación

Mario Llancaqueo Vera, nacido en la sureña localidad de Victoria, llegó siendo un adolescente a Valparaíso donde terminó su educación secundaria. Ingresó a la universidad pero su amor por los libros lo llevó a elegir una profesión distinta a la que estudiaba. Empezó vendiendo libros a sus compañeros, hasta fundar la primera de varias librerías a su cargo. Su librería Nueva Era fue allanada por tropas de la armada luego del golpe de estado. Ocho toneladas de literatura marxista fueron incautadas en calle Condell, tituló El Mercurio. Hombre de izquierda, militante, logró eludir la orden de detención en su contra. En los años 80, crea la librería Rucaray en Santiago, importante espacio de resistencia cultural antifascista. A inicios de los noventa, funda la librería Crisis. Ubicada frente al congreso nacional, su nombre viene de dos vertientes. La célebre revista argentina del mismo nombre. Y una broma entre amigos. Una que encerraba su recelo frente a las componendas que empezaban a marcar el curso de la postdictadura. Frente al congreso, símbolo de la naciente democracia, instalar una Crisis

Ese espíritu crítico y libertario marcó su quehacer como librero. La mítica librería Crisis no sólo era un lugar de hallazgos increíbles sino también de acogida para las pequeñas editoriales, el pensamiento transformador y las nuevas literaturas. Los libros que no se venden, cuyo valor es otro, siempre tuvieron un espacio en su vitrina. Pero, sobre todo, la Crisis siempre fue un lugar donde era posible pasar las horas revisando sus cajones y anaqueles sin apuro. Y disfrutar de la conversación generosa de Don Mario. Umberto Eco escribió alguna vez sobre lo que llamó el reto y el bello oficio de librero. Lo definió como una hermosa vocación. Mario Llancaqueo fue eso. Un librero por vocación. Alguien que aceptó ese reto y dedicó su vida a ese oficio bello. Ahora que ya no está, nos queda agradecer su trabajo. Su ayuda y entusiasmo para hacer de nosotros mejores lectores, personas más libres. Crisis significa cambio. Aún sin su presencia física, sus lectores tenemos la esperanza de que la librería persista. Hacernos parte de esa Crisis permanente, esa Crisis de crecimiento, como lugar de cultura y comunidad. Ese será nuestro mejor homenaje. Que así sea.

Por Jaime Pinos.