Locas Mujeres: mapografía del ser femenino


He querido presentar al lector(a) estos poemas titulados Locas Mujeres tanto en Lagar I (1954) como en Lagar II (1991), publicado póstumamente, reunidos en  un mismo volumen, porque me parece que su lectura da pie a un reconocimiento cabal de lo que Gabriela Mistral fue como poeta y mujer. Al agrupar estos poemas en un solo volumen, podemos sin duda entender mejor la complejidad del conflicto que asedió a la Mistral durante toda su vida, y que, a mi juicio, se resuelve con fuerza inaudita en estas secciones de Lagar I y Lagar II. Aunque es cierto que Locas Mujeres de Lagar II no está del todo acabado como poemario, ya que se hallaba aún en proceso de corrección por la autora cuando acaeció su muerte, también es cierto que la fuerza de sus imágenes y de su lenguaje aportan enormemente a la compleción del imaginario que inicio en Lagar I.

"Una en mi mate/ yo no la amaba" es el primer verso de "La Otra", poema que generalmente encabeza el grupo de poemas reunidos en la sección Locas Mujeres del poemario Lagar I. Con este poema la Mistral nos introduce de lleno en el tono y la carne que han de reflejar los poemas incluidos en la sección ya mencionada. Especie de mapografía del ser femenino, estos poemas son "retratos hablados" de mujeres, otras mujeres, que son ella misma, produciendo así una galería de figuras locas, locas de atar, porque definitivamente no corresponden a la imagen que de la mujer se espera. La Mistral muestra en estos poemas sin tapujo alguno su incomodidad para con el mundo en que le tocó desempeñarse, su incapacidad de ajustarse a las normas establecidas, su extrañeza y la multiplicidad de habitantes que la conformaban. Nunca unívocos, siempre en conflicto, estos personajes dan cuenta de la complejidad y pugna de las voces internas de la poeta. En fin, lo que muestra es su ojo de poeta empedernida. Testigo agudo, por lo precisa y también por lo punzante, da cuenta de su circunstancia en versos de ritmo hipnotizador y en imágenes que, perteneciendo al mundo americano y andino, son a la vez poemas de una voz que conoce el mundo y la literatura.

La Mistral es ante todo una mirona obligada, presa de una sensibilidad tal que no le permite el acomodo, de una honestidad que no transa ni siquiera ante el dolor. Dolor que incrustado en una conciencia, solo alivia con la escritura y, en cierto modo, sedimenta, permitiéndole a la larga clavar un cuchillo cargado de significado en cada verso que escribe.

Es indudable, sin embargo, que toda esta carga dolorosa y esta manera de asumir la extranjería existencial esta también envuelta en un velo amoroso que le facilita el bulto. Gabriela Mistral posee una enorme capacidad de compasión por el (la) otro(a) aunque nunca por si misma. Consigo es exigente e implacable, declarándose a menudo culpable de sus debilidades en la mejor de las tradiciones judeo-cristianas. Descarnada, acoge el desamparo. Se duele, pero no afloja. Cree. Cree en lo indecible y en lo incontrolable. Cree en la belleza y en la generosidad. Tiene fe. Pero también aborrece, aborrece sin concesión, y en estos poemas, de los mas bellos y duros que escribió, dibuja un mapa de la condición de la mujer que es valido hasta el día de hoy. Siempre "La Otra", la que para estar debe dar dura la pelea, "La Abandonada", "La Ansiosa", "La Desasida", "La Desvelada", "La Humillada", "La Trocada", "La Que Aguarda". Porque si es cierto que las cosas han cambiado, la mujer aún debe ser mil veces más que el hombre para que se la reconozca. Y como poeta, por cierto, la instalación de una voz de mujer que pugna por instalarse en un espacio claramente reservado para el vate, la batalla es ardua. Ardua, si el deseo de esa voz poética es justamente la de entrar en diálogo con sus contemporáneos, la de ser medida "por la misma vara".

Locas Mujeres, tanto de Lagar I como de Lagar II, es sobre todo un vivo y estremecedor retrato de esa lucha por la palabra que la Mistral emprendió. Poemas casi esculpidos, que de tan austeros se resquebrajan hasta sangrar por la herida. La Mistral establece un registro extremadamente personal y preciso que hace que su voz poética se instale y resplandezca a pesar de los intentos de canonizarla dentro del patrón de "gran madre nacional" y "mártir del amor", marcando así, con su verso honesto y certero, la cancha del juego poético. Por la cercania de estos poemas, por la actualidad de su escritura y su decir, es que debemos leerla desde nuestra contemporaneidad. Creo que una lectura minuciosa de estos poemas, la develare como una de las poetas mas relevantes hoy.

VERONICA ZONDEK, Santiago, enero 2003 (texto que prologa el libro Locas Mujeres)