Sobre el libro "Sociedad precaria"

Por María Emilia Tijoux

Definir la precariedad es un ejercicio necesario para organizar los puntos de encuentros de quienes la han abordado. Dasten Julian la aborda para presentarla como una precariedad incrustada que se vuelve condición del presente al manifestarse en el empleo y en el trabajo. Tal vez más que punto de llegada o de partida estamos frente a un punto móvil que se desplaza e incluso engaña. La precarización del trabajo es un proceso al que es difícil escapar cuando se revela como un modelo dominante. En un período de mundialización capitalista de un neoliberalismo anclado en las instituciones, los discursos y la cultura, la precariedad suele fijar la ruta haciendo costra en las instituciones y en los cuerpos que trabajan para ser desechados y reemplazados. Dasten advierte de las prácticas de subjetivación que van asociadas, de su sentido latinoamericano y de una historia propia para proponernos 6 tesis que “dan cuenta de la vigencia y transversalidad de la precariedad en las sociedades latinoamericanas”. Las cito: LEER.

El primer capítulo: escenas, ruidos y susurros lo inicia Vicente Sisto con “los intersticios de la precariedad” entregándonos escenas de gran interés discursivo: a) el Yo emprendedor; b) los salarios mínimos/vidas mínimas y la emergencia de memorias sociales que abren hacia otras formas de vivir; c) los vendedores comisionistas del retail farmacéutico frente a la competencia y la cooperación; d) el entretecho de un consultorio como espacio de resistencia y creación. Estas narrativas de las trayectorias laborales muestran a emprendedores, exitosos o no, afirmados en la seguridad de un capital social atado al económico, mientras las vidas precarizadas de salarios mínimos desfilan con el endeudamiento, el temor, o las ganas de olvidar lo que vivencian. Mientras tanto, en las farmacias se hace frente a un pedazo de vida que deshace la individualización asocial a contracorriente de la competitividad. Una última escena hace visible las “metas” de trabajadores de un consultorio para un cumplimiento disciplinado donde el entretecho se vuelve lugar de encuentro y de organización del trabajo. Una organización de la precariedad donde los murmullos parecen resistir a la fractura. Porque de resistencia -aun tomando extrañas formas- parece que se trata, como si no se pudiera sacar del cuerpo y de la cabeza esa posibilidad.

Continúa MINGA, Marcela Mandiola, Nicolas Ríos, Guillermo Rivera, y Francisco Valenzuela con “Revolviendo la(s) olla(s): una exploración difractaria de la organización de la precariedad en Chile” dando cuenta de lo que contiene el hecho de “destapar la olla” y entregarnos parte de una historia que ha permanecido, cuando se trata de sobrevivir, como organización colectiva y como objeto mágico que no muere. Luego de destapar la olla, exhiben su potente realidad resistente cuando ella “se para” gracias a un trabajo cuyo único objetivo es alimentar y “parar el hambre”. Porque como dicen las vecinas, comer es vivir, Una hermosa propuesta que escudriña en la olla para señalar que: “la relación entre precariedad y organización es al mismo tiempo, supervivencia condicional y sin garantías” (p.75). Porque aunque se trate del “raspado”, la olla siempre estará para alimentar a más de uno, como cuando se llega sin aviso a “la suerte de la olla”. En este marco vale destacar la organización de mujeres que durante ya varios años han permanecido trabajando para enfrentar la precariedad.

El segundo capítulo: Mitigaciones, manifestaciones y mediciones se inicia con “Políticas activas del empleo en el Chile del Siglo XXI. Algunos apuntes para su problematización” de Paula Vidal, Víctor Lara, Alina Donoso, Rodrigo Silva y Marcela Rodríguez quienes ingresan en las raíces del modo de producción capitalista en Latinoamérica. El trabajo siempre condicionado a los ritmos del capital, conduce a comprender las dinámicas del empleo. Los autores interrogan al mercado del trabajo y a sus políticas mostrando el proyecto neoliberal que encarnado en el estado consigue que permaneciera el capitalismo. Se destaca la flexibilización laboral que debilitó al mundo sindical generando desigualdad, precariedad y políticas “sociales” que apuntan a la continuidad de la reproducción de una fuerza de trabajo administrada por el estado y cooptada bajo la atractiva figura del “emprendedor”. Quienes no emprendan, son intervenidos con la construcción “política” de la “vulnerabilidad”, una herramienta de disciplinamiento dirigida a la clase trabajadora. El capitalismo chileno definido como primario, exportador y altamente desigual, se mantiene para reproducirse mundialmente. Importante es entonces (cito): “profundizar en el análisis y la reflexión críticas de las políticas activas de empleo en Chile, en tanto parte de la estrategia sistémica de precarización mediante la cual el estado incide en la relación capital y trabajo”.

Siguen Gonzalo Durán, Karina Narbona y Alexander Páez con “Anillos de inserción laboral desde el centro hasta la periferia de los mundos del trabajo en Chile”, para profundizar en la inserción laboral y entregar su trabajo sobre los “anillos de inserción laboral” que contienen niveles para clasificar a la población que trabaja. Son 5 los anillos que dan cuenta de una clasificación jerarquizada que va desde quien tiene contrato y protección social hasta quienes no lo tienen. Luego se va descendiendo en la escala de posiciones en el mundo del trabajo debido a atributos parciales, para pasar a la informalidad que, por ejemplo, caracteriza al cuentapropista, hasta descender a la población más presionada que muestra a los desocupados en una periferia donde se ubican tanto los jubilados como los estudiantes. La permanente búsqueda de trabajo parece perseguir a las personas que forman parte del cuarto y quinto anillo en tanto son la “reserva” de trabajo no remunerado. Pura incertidumbre y pura presión.

Cierran el capítulo Claudia Calquín y Rodrigo Guerra con la pregunta: ¿Cómo hacer un pobre? Luchar contra la pobreza es una constante, sin embargo lo que importa es que el pobre está presente, porque no es una abstracción sino un sujeto real atado a la pobreza. Simmel dice que la pobreza no es un hecho absoluto sino relativo a un momento histórico o a una sociedad específica, porque cada categoría profesional puede tener sus pobres, o cada familia un miembro que se considera pobre aunque en términos absolutos no lo sea. Pareciera que no hay pobreza como tal, pero la pobreza social existe cuando es visible y es visible porque los pobres son asistidos. Pero la "categoría" pobre tiene propiedades sociológicas "únicas" y la pobreza sigue siendo difícil de definir. En el estado moderno el pobre sigue sujeto a quien da y en Chile está sometido a la focalización pragmática y a políticas que (cito): “materializan composiciones de fuerzas y de intereses que cristalizan racionalidades y ensambles técnico-políticos, habilitando ciertas formas de subjetividad en un diagrama neoliberal y managerial”. Una vez focalizado, el pobre deberá disciplinarse y se buscará ordenarlo para que su vida sea administrada para una racionalidad humanitaria. El capitalismo tiene garras infinitas, se vuelve máquina y si volvemos a Simmel el pobre podría ser protagonista de su propia asistencia siempre que aprenda las lecciones del estado y de sus instituciones.

El tercer capítulo: Rostros cuerpos y vidas lo inicia Alicia Raín con “Mujeres mapuche y trabajo”, trasladándonos a la historia cuando la extracción de riquezas y fuerza de trabajo operó para una desigualdad que inferiorizó a las personas mapuche. Al transformarse las economías de subsistencia y las estructuras familiares, las mujeresfueron las más afectadas, debieron emigrar siendo niñas para trabajar en hogares acomodados y entregar sus destinos a familias que las explotaron y jamás las cuidaron. ¿Explotación entendida como “cuidado”? La racialización normalizó el castigo gracias a la fuerza de una matriz colonial que lo permitió. Desde un enfoque interseccional se observan los cruces entre trabajo, género, “raza”, en voces de la subordinación y la imposibilidad de resistencia. Las trayectorias permiten ver un sufrimiento social específico que proviene del habla recogida en entrevistas. La precariedad que leemos no comenzó el día en que estas niñas partieron llorando para trabajar en las ciudades. Fue mucho antes.

Continúan Pamela Caro y María Elvira Cárdenas con “Una lectura a la precariedad subjetiva desde el enfoque de género” reflexionando interseccionalmente la huella de mujeres de la gran minería en un campo de trabajo masculino que las acoge del peor modo manteniendo la desigualdad, la estigmatización y la segregación acuñadas en códigos homosociales y una discriminación que les niega todo reconocimiento. El habla surgida de relatos de relatos de experiencias compartidas muestra las experiencias de mujeres operadoras de equipos, y en extracción y procesamiento en turnos que trabajan soportando violencias, peligros y humillaciones que se suman a sus responsabilidades familiares. Su trabajo precario devela la acumulación del trabajo doméstico y el reproductivo, instalando una precariedad subjetiva forjada forja en el temor a los accidentes, los acosos, el menoscabo o el machismo. Además, la maternidad deviene en agobio por la imposibilidad de conjugar los cuidados de los hijos con las obligaciones del trabajo. Se agrega el no reconocimiento en espacios de trabajo masculinizados que se despliegan incluso entre las mismas mujeres.

Karen Cárdenas y Verónica López escriben “Apoyos psicosociales en escuelas chilenas”, en el campo de la educación, atando vulnerabilidad escolar e inestabilidad laboral en un sistema que muestra la lógica mercantil gracias a una privatización que desde los 80 abrió a la competitividad que ha tenido duros efectos sobre las comunidades escolares y la sociedad. El mercado de la educación tendrá efectos nefastos: segregación escolar, burocratización, subvenciones para administrar recursos. La precariedad golpea a las y los profesores en sus condiciones de su trabajo y el desarme de su rol que les ataca subjetivamente al perder autonomía. Frustración, inseguridad y cansancio excesivo están presentes en este sistema educativo que se destaca por su creciente orientación a las lógicas del mercado. Las escuelas quedan sujetas a lógicas de competencia ante las cuales deben rendir cuentas a la vez que aumenta el número de psicólogos y trabajadores sociales dando cuenta de las urgencias que viven tanto estudiantes como docentes.

Ximena Valdés termina el capítulo con “De trabajadoras invisibles a trabajadores “esenciales”, tensionando aspectos del trabajo agrícola temporal y analizando el trabajo temporal en faenas de la uva y los arándanos en la Araucanía que protagonizan trabajadores inmigrantes, hombres y mujeres en un contexto de colonización del territorio. Hay gran necesidad de fuerza de trabajo temporal que hace competir a productores y exportadores de fruta y una escasez de temporeros advertida en el encuentro de fruticultores para ampliar la cuota de extranjeros. ¿Abaratar costos? Un estudio de la U. Católica recomendaba en 2016 modificar las normas que limitaban su cantidad, pues la población local se escolarizaba y envejecía, entonces eran necesarios. Cuando pandemia y escasez se hacen notar, el gobierno propone la visa temporal para extranjeros que trabajen en la fruta. Ximena entrevista a trabajadores temporeros de distinto sexo y origen, a los “trabajadores esenciales”.  Además la precarización del mercado laboral temporal se acompaña de la feminización en contexto de división sexual del trabajo, etnización y presencia migrante. En el norte mujeres bolivianas emigran por la violencia patriarcal buscando a Chile por datos que les aseguran que ganarán bien, pero aun mal pagadas lo prefieren para evitar maltratos. Sin casa solo en ocasiones conseguirán instalarse en una toma. También migrantes peruanos buscan mejor vida. El empleo se precariza y la señal la dan sin duda los trabajadores temporales.

El capítulo lugares y territorios lo inicia Claudia Cerda con la emergencia de la expansión del capitalismo en los valles de Elqui y Limarí donde se incorporan y fortalecen nuevos actores en la cadena de producción y exportación de uva de mesa. Las empresas genetistas deciden sobre la variedad y las hectáreas a plantar para mantener altos precios. El Landnahme, muestra que la naturaleza tiene un rol central en la acumulación y reduce la fuerza de trabajo. El estado chileno tiene un activo rol al garantizar esta forma de apropiación capitalista abriendo el acceso a variedades patentadas y material genético para programas de mejoramiento y favorecer este nuevo modo de acumulación, conformando una alianza para generar nuevas variedades de uva y lanzar MAYLEN, en 2018. Esto provoca un recambio en el patrón de empleo con el mayor ingreso de migrantes al sector agroexportador, haciendo emerger un nuevo proceso de precarización por migración que les deja expuestos a los abusos. “Contratar” inmigrantes es pagar menos y tener mano de obra disponible. Sus condiciones de vida se precarizan y se denigra su condición humana. Sin derechos laborales y sociales, la estrategia empresarial incorpora sujetos precarios para someterlos a una mayor explotación. No obstante esta situación se puede generalizar a todos los trabajadores del sector agroexportador al mismo tiempo que bajan los salarios.

Carolina Stefoni, Sandra Leiva y Tomas Marticorena escriben “Migración circular y trabajo agrícola por día en los valles de norte de Chile”, en Azapa y Lluta que quedaron al margen del desarrollo agroexportador aunque no impidió el crecimiento de una producción hortícola, aumentando el precio de la tierra y la llegada de capitales y provocando cambios en la composición y organización de la mano de obra. Los autores abordan el “trabajo por día” desde la relación capital-trabajo en el actual contexto de desarrollo neoliberal, señalando que el trabajo circular y transfronterizo de la migración favorecen esta forma de trabajo. Las políticas de control migratorio juegan un rol importante en la disponibilidad de mano de obra debido a las urgencias de supervivencia a la precariedad y a la exploración. El estatus migratorio es precario particularmente para las mujeres. El trabajo “por día” es urbano, es rural y también formal e informal mostrando nuevas formas de trabajo precario gracias a una mano de obra sea desechable y prescindible en tiempos de alta demanda laboral. Junto con el crecimiento de la producción hortícola aumenta la demanda de trabajadores y crece la migración. La relación capital-trabajo da cuenta de la ausencia de contrato, la ilegalidad del trabajo, largas jornadas laborales, y una salud en riesgo. A la suerte” del empleador la inestabilidad es permanente: precariedad laboral, precariedad social, precariedad total.

Lincoyán Painecura y Felipe Marchant presentan “Alcances y limitaciones empíricas de la discusión sobre precariedad laboral” y abordan la precariedad laboral en la Araucanía y el sector forestal-maderero tensionando el concepto de precariedad laboral en dos casos de estudio: trabajadores subcontratados sindicalizados (Federación nacional de trabajadores industriales y afines -FENASITRAIN-) y el trabajo forestal por cuenta propia. Los dirigentes del primer sindicato dan cuenta de irregularidades y malos tratos que motivó su creación. Se advierte una relación de sustentabilidad económica para la empresa y estabilidad laboral para los trabajadores y con ello la imposibilidad de huelga extensa o negociación aumentos abruptos. Así, estas empresas ganan desvalorizando la fuerza de trabajo. Y, en cuanto al trabajo por cuenta propia este muestra diversas precariedades laborales destacando la precarización social por una reconversión productiva que alteró las formas de vida. El concepto de precariedad laboral tensiona perspectivas estructuralistas, agenciales y discursivas y se propone pensarla más allá de la dimensión laboral.

Antonio Stecher escribe: “Imágenes laborales de la precariedad laboral en la industria del retail” a partir 5 proyectos realizados con trabajadores de supermercado y tiendas que definen las experiencias laborales. La “precariedad de las experiencias de trabajo” devela que nuevos paradigmas tecno-socio-productivos implican el uso masivo de formas atípicas de empleo e innovaciones en el proceso de trabajo. La industria del retail involucra a grandes holdings y en Chile atañe a grandes inversiones y concentración de la industria, consolidándose con inversiones millonarias y grandes innovaciones tecnológicas. Son 6 las imágenes que entrega: a) sobre la precariedad del empleo: bajos ingresos; estabilidad incierta con la percepción de la presencia de despido; extensos turnos y jornadas de trabajo. Y b) desde la precariedad de las experiencias de trabajo: creciente proceso de racionalización protocolarización y estandarización de las tareas que reduce la autonomía; experiencias de falta de reconocimiento incluso con maltrato y agravio moral; e intensificación del trabajo asociado a la polifuncionalidad. Estas seis imágenes de precariedad laboral entregan una cartografía de los territorios de precariedad laboral.

Por último Hernán Cuevas, Jorge Budrovich y Oscar Menares refieren a “La precariedad laboral y resistencia sindical en los puertos chilenos”: a partir de la práctica de “la nombrada” que muestra alta sindicalización y un importante poder sindical y precariedad laboral. Esta modalidad de contratación característica en varios puertos chilenos limita la contratación de trabajadores no sindicalizados y obliga a acuerdos con el sindicato a la vez que los trabajadores permanecen asociados a él para seguir teniendo contrato. Una práctica importante durante décadas, pero en la dictadura y con la represión se vivió una reestructuración económica, laboral y social de los puertos de tinte neoliberal que modificó la estructura gremial. Pero “la nombrada” no desapareció y subsistió por la resistencia de los sindicatos y porque fue tolerada por las empresas. Así fue como reemergió en 2012. “La nombrada” o prácticas similares se mantienen cuando se acopla el interés de los trabajadores por mantener los niveles de empleo y el de los empleadores por acceder a una fuerza de trabajo flexible y capacitada. Entonces “la nombrada” es funcional para los sindicatos y para las empresas.

La precariedad laboral late fuerte en el corazón del trabajo en Chile, el proceso de precarización se ha fortalecido y ampliado gracias a las características del Estado chileno por una parte y las condiciones que entrega el mundo económico. Los artículos que recorremos se hilan desde las particularidades que la precariedad adquiere según los ritmos del capital y las autorizaciones o puertas abiertas que el estado le permite. Vemos que los resultados son catastróficos para la clase trabajadora y para los trabajadores en particular.

La precarización del trabajo precariza la vida en todas sus dimensiones: en la salud física y mental, pues la imposibilidad de cuidar y cuidarse; genera sentimientos de ansiedad y angustia que exponen a accidentes laborales. Las transformaciones en las organizaciones de trabajo conducen a una pérdida de sentido del trabajo debido y el aumento de restricciones impide el reconocimiento y la valoración del sí mismo trabajador. Como advierte Dejours en “trabajo y usura mental”: "La experiencia clínica demuestra que muchos trabajadores ya no tienen el criterio que les permitiría saber si lo que hacen es bueno o no. Se hace difícil distinguir entre lo verdadero y lo falso, lo útil y lo inútil, lo justo y lo injusto, lo sincero y lo estratégico” [24]. Y dado que la individualización predomina, la falta de apoyo colectivo deteriora la relación con el trabajo (R. Sennett) logrando que este sea una tarea dolorosa pues es en la soledad que se deben enfrentar los problemas. Pero se precariza la vivienda, las atenciones en las instituciones y también las relaciones humanas debido a la falta de tiempo que impide cultivarlas para el goce. Las exigencias son múltiples cuando una organización neocapitalista del trabajo tiene formas de gestión que apelan a la "subjetividad" de los trabajadores, a su constante compromiso personal debido a un “nuevo espíritu del capitalismo” que además de hacer su trabajo exige a los trabajadores una inversión activa, una "motivación" en el desempeño que les obliga a demostrar cualidades personales como iniciativa, lealtad, creatividad, pro actividad, etc. Siempre en un contexto de explotación que solo ve a los trabajadores como sujetos del trabajo y objetos en sus empleos.

La precarización del trabajo desarma las trayectorias por las intermitencias y la imposibilidad de ver un futuro cercano que permanezca. La inseguridad es total y los son salarios irregulares e insuficientes impidiendo que se puede enfrentar la vida cotidiana. La inseguridad económica se traduce en el vivir “al día” sin ninguna proyección en el futuro y produce incertidumbres identitarias que impiden responder quien eres en la vida, a que haces o a que te dedicas. El tiempo se vuelve precario impidiendo toda construcción de identidad.

Pero este libro entrega los elementos que dan cuenta de las formas más extremas que el trabajo adquiere en su forma precaria como es la superexplotación que castiga a los más desprotegidos o abandonados por el estado y que se vuelven cuerpos útiles para la ganancia de los explotadores. La violencia proveniente de la explotación daña a todos los trabajadores. Por ejemplo si examinamos la relación capital-trabajo e inmigración, los migrantes forman parte de los mercados más desregulados, de los peores salarios y donde predomina la inseguridad del empleo y malas relaciones con los empleadores. Porque ha habido un trabajo anterior que ha hecho que el inmigrante no sea considerado persona, sino mano de obra hiper-flexible, empleada en diversas modalidades, generalmente sin contrato, disponible según necesidad y revocable en cualquier momento. Al mismo tiempo el “control de la inmigración” regula por supuesto lo que le conviene y las personas irregulares que supuestamente son las más controladas por no tener papeles resultan las más convenientes para la explotación pero lo mismo les ocurre a las mujeres pues parte viven procesos similares que responden una vez más a la búsqueda de mano de obra disponible y con urgencia de supervivencia. Solo que la precariedad que experimentan se suma a las obligaciones del hogar y a los cuidados de sus familias. No hay duda que la precariedad se ha formalizado al punto de presentar a la vida como un modelo precarizado de existencia, o al menos es así como se siente.

Generalmente se pregunta por como resistir o cuales son las formas de resistencias y si bien existen las resistencias individuales o las dadas en colectivos que se arman con este fin, pienso que la más importante es la de interpelar al estado y a sus instituciones. La noción de precariedad que proviene principalmente de los trabajos de Castel y de Paugam en Francia necesita ser pensada desde Chile y sus condiciones de producción  pues su universalidad de las situaciones que la precariedad postula y también la dominación que vivimos por la estructura del mercado en Chile. Habría tal vez que examinar la precariedad según las situaciones porque ella está atada a la historia y cultura de cada país.