Sobre "La Manito Muerta"

Por Miguel Lawner

Dos días atrás, asistimos al lanzamiento del libro “La manito muerta”, una colección de cuentos escritos por Daniel Silberman, hijo del ingeniero civil David Silberman, detenido desaparecido por la dictadura cívico militar chilena.

No conocía a Daniel y su encuentro con él fue demasiado emotivo para mí, por su extraordinario parecido con su padre, lo cual me conmovió cuando nos estrechamos en un abrazo, a su llegada al Auditorio del Museo de la Memoria donde tuvo lugar el lanzamiento del libro.

Con David, compartimos la amistad y la militancia en el Partido Comunista. Él era algo más joven que yo y ambos colaboramos en las campañas electorales de Allende, participando activamente en la elaboración de su programa de gobierno.

Manito Muerta es un libro notable, que me impactó desde sus primeras líneas y no pude dejar de leer hasta concluirlo en un día. Son diferentes episodios, que ilustran con dramatismo la tragedia de una familia que ve destrozada su vida tras el golpe militar, como consecuencia de la detención y ulterior desaparición del padre.

David Silberman fue un verdadero héroe. Tras la histórica nacionalización del cobre, este joven ingeniero civil titulado en la Universidad de Chile, asumió como Gerente General de Chuquicamata, en ese tiempo la más grande mina a tajo abierto existente en el mundo. Su gestión fue admirable. Los gringos dueños de todas las grandes minas existentes en el país, se las había arreglado para evitar la designación de profesionales chilenos en la gestión de los yacimientos. Sin embargo, bajo la dirección de Jorge Arrate, designado por Allende Vicepresidente Ejecutivo de la recién formada CODELCO y de David Silberman a cargo de Chuquicamata, la producción de cobre tuvo en Chile un alza increíble, no obstante las enormes dificultades impuestas por los yanquis, quienes negaron la adquisición de repuestos o embargaron algunos embarques en puertos europeos.

“La producción de cobre de la gran minería aumento en 541.000 toneladas en 1970 a 517.00 en 1971, a 593.000 en 1972 y a 615.000 en 1973. Con la administración chilena y en el lapso de tres años, la producción de cobre de la gran minería aumentó en casi un 20%, mientras que bajo la administración de empresas norteamericanas la producción creció un 2% entre 1964 y 1970, a pesar de las grandes inversiones realizadas. En resumen, nunca antes Chile produjo más cobre que durante los años 1971-73”. ([1])

Los cuentos de Daniel, relatan la historia de un joven matrimonio, con tres pequeños hijos, dos varones y una mujer, que se instalan a vivir en Chuquicamata, donde los encuentra el golpe militar.

El mismo 11 de Septiembre de 1973, David persuade a su mujer, Mariana Abarzúa, de viajar en auto a Santiago junto con sus tres hijos, mientras él busca refugio por unos días, antes de entregarse ante el  comandante Reveco, Jefe de Plaza de la zona, quien resultó ser un oficial consciente de los crímenes que estaban cometiendo las fuerzas armadas en todo el país. 

Reveco, organiza rápidamente un Consejo de Guerra contra Silberman. Tras una hora de deliberaciones, lo condena a trece años de cárcel y lo envía inmediatamente a la Cárcel de Santiago, poniéndolo así, a salvo de la Caravana de la Muerte que arriba a Calama tiempo después, asesinando mediante bárbaros procedimientos, a 26 compañeros que permanecían detenidos en la cárcel de Calama, entre otros a Carlos Berger, esposo de la actual diputada Carmen Hertz.

Esta decisión significó el fin de la carrera militar de Reveco.  Fue castigado por orden de Pinochet, torturado en el buque escuela Esmeralda, y detenido durante tres años. El ejército pago su lealtad a la Constitución y las leyes, privándolo de todos sus derechos y lanzándolo a la calle, desconociendo sus años de carrera militar. Hoy maneja un modesto negocio en Rancagua, adonde viajaron a visitarlo Mariana y Daniel hace algunos años. El encuentro fue demasiado dramático y no duró mucho, porque el pobre Reveco interrumpía el diálogo a cada instante, pidiendo disculpas por lo ocurrido con David.  Uno de los cuentos, describe este emotivo episodio.

David permaneció casi un año en la Penitenciaría de Santiago. El cuento llamado Alfileres, relata la primera visita de Mariana a dicho penal, donde encontró obstáculos para su ingreso por usar pantalones. Su reacción fue inmediata, asombrando al personal por su ingenio para abrirse camino. Mariana, se ganó además el afecto de los presos comunes, que convivían con David, a quienes les proporcionó cancioneros y materiales, destinados a talleres de arte y la práctica de diversas manualidades.  

David fue secuestrado por la DINA, de la cárcel donde permanecía recluido, sin que la familia recibiera explicación ninguna sobre quienes cometieron dicho delito y cuál fue su destino.

Indagaciones posteriores confirman que fue conducido al centro de detención clandestino ubicado en una casa de calle José Domingo Cañas, sometido a crueles torturas hasta morir y ser “empaquetado en un saco de arpillera” para ser arrojado desde un avión en las aguas del Océano Pacífico.

Un bello cuento, llamado Viaje a Chuqui, cuenta el retorno de Yael, hermana de Daniel, a la ciudad donde transcurrió parte de su infancia. Son interesantes los diálogos que se establecen con muchachas que recuerdan a su padre, quién es hoy una leyenda en la ciudad. Una calle lleva su nombre. Sin embargo, la memoria histórica también conserva la mentira urdida por la dictadura, en el sentido de que Daniel habría huido tras el golpe militar, portando dos maletas llenas de dólares, con el propósito de cruzar la cordillera.

El libro concluye con un cuento titulado José Domingo Cañas, soy una casa, en el cual ésta habla en primera persona, relatando su triste destino como centro clandestino de tortura y muerte, para más tarde ser adquirida por una firma comercial y demolida por un empresario vecino que la adquirió. Hoy es un centro de memoria, reconocido por el Consejo de Monumentos Nacionales, bajo la custodia de ex presos políticos.

Durante el lanzamiento del libro, se ofreció la palabra a los asistentes y uno de ellos se presentó como ex preso político recluido en dicha casa, justo cuando David pasó por allí. Leyó un párrafo de un libro que tiene en preparación, detallando -a juicio mío innecesariamente- el terrible estado en que ingresó David al recinto donde él permanecía junto a otros compañeros, y como debieron prestarle los primeros auxilios.

En fi. Estamos ante un nuevo testimonio de las barbaries cometidas por la dictadura. Particularmente necesario en estos días, posteriores al plebiscito  que concluyó con el rechazo al texto constitucional y donde el fascismo mostró cuánto ha avanzado en nuestro país, haciendo uso masivo de la desinformación y  los procedimientos más sucios,  a fin de detener la incontenible ola de cambio originada a partir de la insurrección popular iniciada en octubre de 2019.

La Manito Muerta es una muy bella y cuidadosa edición, como son todas las publicaciones de LOM, cuya cubierta trae un retrato de David, realizado durante su estadía en la Penitenciaría de Santiago, por un compañero preso de nombre desconocido. Es verdaderamente notable. Sin duda es nuestro David, tal cual, con su eterno pucho en la mano. 

[1] Gonzalo Martner: El Gobierno del Presidente Salvador Allende 1970-1973. Una Evaluación. Pg. 408. PEDNA. Programa de Estudios del Desarrollo Nacional. Ediciones Literatura Americana Reunida. 1988.