MICRORRELATOS: LA HISTORIA ES NUESTRA, LA CONTAMOS NOSOTRXS (Sexta ENTREGA)

Para que sigamos leyéndonos este verano, compartimos la sexta parte de los microrrelatos que recibimos a partir de la convocatoria del concurso "La Historia es nuestra, la contamos nosotrxs: A 1 año del Estallido".

Estamos muy agradecidos por la gran acogida y participación que tuvo esta convocatoria. Durante las siguientes semanas publicaremos todos los textos que hemos recibido.

(Caiozzama)
 


Lumperia, Fernando Herrera
(Un humilde elogio al libro ‘Lumpérica’ de Diamela Eltit)

Esa noche, ella osó con mayor histrionismo y sensualidad revelarse entre las suaves telas de la penumbra. Por primera vez no necesitó la luz del cartel, de neón erótico, para mover sus caderas al ritmo del salvaje espasmo del cuerpo. Ahora en todas partes se cuidaba la fogata eterna de la vigilia, de la guerra. L. Iluminada danzaba por la pasarela de tambores exponiendo su cuerpo envejecido por la represión, olvido, silencios y algunos moretones en sus brazos y cuellos recordaban intensas vejaciones. Sus brazos eran alas de cóndor y su cogote tenía la flexibilidad de una paloma para menear su cabeza. Todos la miraban y se excitaban al ver que ni la sombra, escalas de negros turbadores, ocultaban sus senos, su cuerpo, su mirada, su temperamento. Pero las luces de la yuta la asustaron. Encapuchados lanzaban piedras, pero era insuficiente. Solo ella pudo detenerlos: L. Iluminada acosaba con miradas lascivas a los uniformados, se dirigía a ellos, al tarro, al fuego. Provocaba. No dudó en descender su mano a las profundidades de la masa gaseosa y quemar su piel, como lo hizo antes, pero ahora con una libertad valiente y novedosa.
Mi nombre es Daniela Wallffiguer Belmar y quiero dejar mi relato que es más menos lo que viví el jueves antes del estallido que no paró en una semana más menos. ahí va, espero les guste.

 

¡PARA NO OLVIDAR!, Daniela Wallffiguer Belmar

Venía de vuelta del trabajo, de Quilicura a la Cisterna, mitad de ciudad todos los días, horroroso el viaje en todos los sentidos. Era un jueves, habían alumnos protestando en la estación del metro el Llano y veo como los pacos tiraban lacrimógenas y en vez de seguir, me sumé a defenderlos.
Desde una ventana se asoma una mujer rubia de pelo gritándome:

¡Maraca que defiendes a delincuentes!...
yo:- (a todo chancho) ¡Cuica culiá! desclasada teñida, tu marido te kaga hueona se mete con putas, hueona vendida, maraca culiá.
ella: ¡Maraca culiá defendiendo delincuentes, te meto a los pacos hueona!
yo:- ¡Me meto por la raja tu mundo hueona maraca... tu marido te kaga! estúpida, mantenía culiá, etc, etc, ya no me acuerdo (fue en caliente la pelea).
Salgo de la discusión y camino sin mirar a nadie. Entremedio de la gente me reconocen ex alumnos, de niños mis alumnos fueron, de adolescentes, hombres allí estaban y me abrazan, yo lloro un poco y digo me vieron? yo no los reconocí. Eran hombres: Si profe se pasó! nada ha cambiado profe en la población, mi abuela me crió solo, enviudó, no tengo nada que perder, no tengo oportunidades. Gracias por todo. usted está igual.

Me subo a la micro y agacho la cabeza en el último asiento y digo: - Dios mío por qué no me adapto, por qué no me conformo, que vergüenza el espectáculo que di... porque no adapto simplemente, quiero encajar y no pasa, porque no dejo esta desconformidad, necesito ayuda.

Esa noche del jueves comenzó el incendio del metro y no pararon en una semana, cortaron la ciudad, no se podía ir trabajar y dije: -chucha! éramos todos los desadaptados y los que no encajábamos, sólo que no decían nada, no pararon en dos meses.

Increíble lo que vivimos, con miedo, con culpa y con la angustia de revivir un pasado lleno de asesinatos a civiles y creían que no iba a ver un cobro de boleta?

Perdón lo burdo del relato, pero así lo viví. Es un resumen de nuestra historia y nadie quería decir ni sentir alegría por las canciones tímidas de Víctor que se escuchaban en las poblaciones... fue hermoso!
 


El despertar de Chile, Claudia Rojas

Después de un largo período dormido, Chile despertó. Se sentó en la orilla de la cama con la idea de volver a cobijarse, ignorando todo lo que pasaba a su alrededor, pero no pudo. Había tenido un sueño motivador, un sueño que hizo que algo dentro de él cambiase y quisiera salir a hacerlo realidad. Era la primera vez que se sentía así en mucho tiempo, fuerte, motivado, con la adrenalina corriendo por sus venas.
No esperó ni un segundo más y se cambió de ropa, alistó su mochila con una olla vieja, una cuchara de palo y el sueño de ser un país más digno, más justo. Antes de salir, se miró en el espejo, su rostro parecía esperanzado, pues esta vez sería diferente, no estaba solo. A lo lejos se escuchaba el sonido envolvente de las cacerolas que lo invitaban a luchar y a ser parte del inicio de una nueva historia.
 


Yo te quiero con limón y “Estallido Social”, Joudy Salinas O.

Me tuvo a los cuarenta y dos años. Quizás, esa distancia en edad y época fuese el motivo de tantos desencuentros entre nosotras. Cuando supo, por ejemplo, que militaba en una organización de izquierda, lloró amargamente. “Es que a los zurdos los mataban, hija”, sollozaba, rememorando sus vivencias en dictadura, cuando era una joven estudiante de Trabajo Social en la UDEC.
La oía con atención, intentando comprenderla, pero pensando que -en la actualidad- su preocupación era exagerada. Al empezar el “Estallido Social”, se puso muy nerviosa. Demasiado. Me repetía que así había sido el ambiente previo al Golpe Militar. Mas, aun con sus aprensiones, prefería callar cuando me veía cortar limones, guardar bicarbonato y amarrar al cuello mi pañoleta.
Uno de esos días, se me ocurrió publicar en Facebook que tenía claro que ella estaba intranquila al saber que su “conchito” se enfrentaba al riesgo obvio de una revuelta, maximizado por la brutalidad policial. Pero también agregué que mi lucha era principalmente por ella, para que su esforzada vida realmente valiera la pena. 

Ni un “me gusta” le dio. Pero al día siguiente, cuando notó que saldría, me entregó mi pañuelo recién lavado, me abrazó y dijo: “cuídate mucho, ¿ya?”.
 


Las grandes Alamedas, siguen abiertasDavid Guajardo Lobos

Nadie quedo indiferente, a lo que paso en octubre del año 2019, nadie puede decir, que lo que ocurrió quedo olvidado o simplemente fueron un par de días, de movilizaciones, ¿Cómo podemos entender lo sucedido?, lo que ocurrió, fue un gran Movimiento Social, aunque ya habían sucedido antes, como en el año 1822, 1828, 1859, 1925,1970 y 1980 en adelante, pero ninguno como lo sucedido en el año 2019. El octubre nuestro, fue masivo, nacional y muy decidido, logrando que se pueda establecer un cambio de constitución, al tener un largo recorrido de constituciones no legales y no ciudadanas. Y me surgen unas preguntas: ¿Por qué paso?, ¿Cómo fue posible que llegaremos a este punto?, nosotros como ciudadanos soberanamente, debemos controlar el proceso constituyente que poseemos por delante. Y surgen dos elementos muy importantes que revisar, para poder explicar lo sucedido, el primero de ellos: La acumulación en Chile de problemas históricos no resueltos, que se van arrastrando y van creando un vertedero histórico, y que crece detrás de los nuevos gobiernos. Entendiendo rápidamente, que ningún gobierno ha logrado resolver nuestros problemas de arrastre. Hoy estamos teniendo una conciencia histórica en relación a problemas pre-modernos ( que se arrastran hasta el día de hoy), como por ejemplo: el Pueblo Mapuche, que siendo ellos los dueños del territorio, teniendo su propio lenguaje, una memoria de siglos, tradiciones y sabiendo incluso el cómo enseñar a sus hijos; el Estado no los ha reconocido, sino que los ha chilenizado (1828-1829 aproximadamente), ya van más de 500 años de este problema y no está resuelto y no es ninguna casualidad ver más la bandera mapuche que la propia chilena. Otro problema de arrastre pre-moderno, el Pueblo Mestizo, del cual, no se habla y por tanto no poseen su historia, también hoy nadie se cree mestizo y los hechos son muy potentes por este lado, ya que desde el siglo XVII, hay 2 tercios, casi el 70% de los habitantes de Chile eran mestizos, hijos del español- conquistador joven con la mujer indígena. El drama principal, es que los mestizos, como señala el Profesor Gabriel Salazar[1], “nacieron sin territorio”, entonces, ¿Como nacieron?, en el siglo XVI, no tenían memoria de sí mismos, sin tradiciones y lo peor de esta situación, era que el rey de España, no dicto derechos para el pueblo mestizo, dicto derecho para los mapuches (Derecho Indiano). Para el rey, eran hijos del pecado, españoles que huyeron de España y vieron en América un verdadero paraíso, quizás solo con el hecho de ver mujeres indígenas desnudas y se entiende que el derecho se entrega por virtud y no por vicios. Es por ello, que los mestizos no fueron sujetos de derecho, entre los siglos XVI, XVII, XVIII, XIX hasta el año 1931, con la creación del Código del Trabajo, el cual están las primeras leyes y normas, que de alguna manera llegaron al pueblo mestizo. El hecho de vivir más de cuatro siglos sin ser sujetos de derecho, no vivir en pueblos, los llevaba a ser vagabundos, forasteros y sospechosos. Aquí vemos el verdadero huaso chileno, no el que vemos hoy, ya que es un patrón de fundo, el verdadero huaso chileno, era aquel que robaba caballos y asaltaba, su ropa, era una largo poncho, el cual les llegaba a los pies, y les servía para taparse en las noches. Si en el siglo XVII eran los llamados peyorativamente vagabundos, hoy son llamados vándalos. El segundo problema moderno, el cual es el principal, es sobre el ciudadano que no existió desde el año 1833 a 1925, pero ¿Por qué?, en esos años, el pode estaba muy centralizado, pero desde 1974, los hacendados conservadores, mencionan que se le debe quitar el poder electoral al Presidente y cambiaron la ley electoral, al controlar el proceso electoral, tenían que hacerlo, en una especie de local-comunal, los grandes contribuyentes (grandes hacendados). Desde el año 1833 a 1930, al analizar ese periodo, no logramos ser ciudadanos efectivos, ya que el voto se vendía o se robaba, según el candidato que iba perdiendo, y además, nos surge la corrupción del ciudadano, desde 1925 a hoy, en donde se organizan los tipos de ciudadanos liberales, que es el individualismo de mano del capitalismo, destruyo los derechos comunales-colectivos, los pueblos que tenían cabildos soberanos, con una voluntad colectiva, ¿ Cómo se conseguía eso?, deliberando, entre los propios los vecinos, en torno a un problema común, resolviendo el problema, haciendo una propuesta. La historia de los pueblos es soberana y popular, la comunidad dialoga, delibera, toma decisiones y elige a sus representantes, pero también después que estableció el mandato, porque nunca hay que elegir alguien que no haya tenido un mandato previo, eso implica que damos pasos en blancos, y si queremos que haga lo que queremos, aquel candidato, si quiere lo hará o lo estimara conveniente. Este hecho, ha permitido que se forme la clase política, que se auto-reproduzca, y se muestren de manera irresponsable frente al Pueblo.

Todo lo señalado, genero el estallido social del 18 de octubre, particularmente por los 30 pesos del metro, 30 años del sistema neoliberal, más de 500 años del conflicto mapuche y todos nuestros problemas de arrastre, que no se han podido resolver. La ciudadanía hoy, por primera vez, con mucha rabia acumulada por todo esto, ha decidido cambiar la Constitución, no solo la actual, sino la de 1925 y 1833, un cambio no solo para cambiar lo post-moderno, ese tremendo cambio de Constitución, ¿Quiénes lo harán?, nosotros, antes, la sociedad era amenazada, y había miedo, y el ciudadano era silencioso y temían por su vida, hoy, eso no pasa, no se le tiene miedo a la muerte, porque la gran Alameda ha seguido abierta.
[1] Gabriel Salazar Vergara, “ Labradores, Peones y Proletarios”, 1989.
 


No hay revolución sin canciones, Patrice McSherry

En las multitudinarias manifestaciones estudiantiles de 2011, canciones de Víctor Jara y Quilapayún fueron invocadas, al igual que en el estallido social de 2019. En una gran protesta, el 23 de octubre pasado, en la Plaza de la Dignidad, una multitud golpeó ollas y espontáneamente cantó “El derecho de vivir en paz.” Dos días después, en una manifestación de 1,2 millones en Santiago, masas de personas cantaron la misma canción en el concierto “Mil Guitarras por Víctor Jara”. En otro enorme acto en el Parque O'Higgins, el 27, queridos artistas nacionales como Illapu cantaron la canción con la multitud. ¿Por qué la composición de Jara resulta ser tan relevante? La canción--escrita en 1970 como un homenaje al pueblo vietnamita--ha adquirido un nuevo significado. Primero, fue una denuncia al presidente Piñera, quien ordenó la militarización de las principales ciudades -la primera vez desde la dictadura que se desplegaban militares para reprimir un movimiento social. Segundo, expresó la memoria histórica de los chilenos: la continuidad de las luchas por la justicia social que han atravesado décadas. Y tercero, porque el legado de Víctor Jara, símbolo de los valores igualitarios de los sesenta, todavía está presente.



Trilogía sobre la rebelión ciudadana, Raul Molina-Mejia 

Santiago en llamas 
 
Mi esposa y yo nos ubicamos en Santiago atraídos por su gente, su Nueva Canción, sus paisajes y su juventud militante en colegios y universidades. El 18 de octubre de 2019 se produjo el estallido social en Chile. Por tempranas sirenas de ambulancias y noticias de radios y redes, nos enteramos de protestas estudiantiles en estaciones de metro y calles, con acompañamiento ciudadano, para enfrentar a los represivos Carabineros. El estallido se veía venir, ante actos de agresión violenta contra estudiantes, en días anteriores, por saltarse las entradas para protestar contra el incremento al pasaje del metro. En todo caso, para cumplir planes previos, mi esposa y yo manejamos hasta Kahuín, para escuchar el anticipado concierto de Patricio Manns. Difícil trayectoria, con “tacos” por doquier y “pacos” en el centro, que nos tomó más del doble del tiempo habitual. Llegamos de los primeros, con la sensación de que estábamos en una crisis insólita y dudando si aparecería el público y el propio cantautor. Manns tardó en llegar, aunque avisó oportunamente de sus múltiples contratiempos. Finalmente apareció, ante el aplauso de las y los concurrentes, preocupado pero ilusionado, y nos dio la impactante nueva: “Santiago está en llamas”. 
 
Violencia del Estado
 
Contra toda expectativa, terminada la dictadura el Estado chileno siguió recurriendo a la violencia para acallar protestas sociales y las demandas del pueblo Mapuche. Continúa una policía militarizada, que se comporta más como fuerza militar de choque contra las manifestaciones de protesta que como policía para conservar el orden y el goce de derechos humanos. Su excusa es: “manifestantes iniciaron la violencia”; al investigarse, salen a luz infiltrados de los Carabineros como causantes de los actos de violencia, gozando de impunidad y autonomía. Esta arquitectura represiva, fortalecida por Pinochet, ha actuado contra miles de ciudadanos y ciudadanas que se han lanzado a calles, plazas y otros lugares a decir ¡no más! Desconocemos si quienes participan en antimotines son seleccionados por su ignorancia y falta de criterio o si están drogados, como la evidencia sugiere: ¿De dónde sale la enajenación de disparar a los ojos de manifestantes? ¿Cuántos fueron los muertos y seriamente lesionados por acciones de Carabineros, incluyendo el atropello de jóvenes con carros blindados? ¿Cómo se lanza desde un puente al río Mapocho a una persona que “les miró mal”? Hacer justicia es obligado a lo largo de toda la cadena de mando, hasta la Moneda.
 
Estallido, pandemia y referendo
 
Empezó como protesta estudiantil y se convirtió en protesta ciudadana, ante la acumulación de males en la sociedad, herencia de Pinochet. El aumento al boleto de metro fue el chispazo, y acciones represivas del Estado encendieron la protesta popular. “No son 30 pesos, son 30 años” apareció por todos lados. Para rechazar la violencia, tanto de fuerzas de seguridad –muertos, lisiados, lesionados, detenidos y torturados- como de grupos indignados y algunas personas infiltradas, el himno adoptado fue “el derecho de vivir en paz”. Surgieron héroes inesperados, incluido el “Negro matapacos”, y pronto Chile y el mundo se llenaron con música y danza de las Tesis: “El violador eres tú”. Este imparable movimiento obligó al plebiscito para Nueva Constitución; pero se detuvo con la pandemia, luego de la marcha de más de un millón de mujeres, el 8 de marzo. El coronavirus impidió las reuniones físicas; la población debió recurrir a medios virtuales para debatir la manera de redactar la Nueva Constitución y el contenido a incorporar. Estamos a las puertas del Plebiscito. El APRUEBO ganará por impactante mayoría; pero no nos perdamos con “mixtas”: Convención Constitucional, a secas, para que el Pueblo ejerza su plena soberanía.