Wiñol tripantu

 

Los habitantes de la tierra desde hace mucho hemos observado la naturaleza y el cosmos. Cuando observamos, solemos detenernos para examinar con atención el mundo que nos rodea. A lo largo del tiempo, muchos de los fenómenos físicos que hemos observado han expresado su regularidad. Uno de ellos es el solsticio de invierno. En el hemisferio sur, este evento ocurre cada año alrededor del 20 y el 24 de junio. Cuando el sol se oculte durante el día del solsticio, vendrá la noche más larga. Al día siguiente, con el amanecer, el sol iniciará su regresó y los días serán cada vez más extensos y la oscuridad de las noches retrocederá poco a poco.

 

Regresa el sol a la tierra,
a los ríos y a los árboles
y a las semillas sembradas
en los cerros y en los valles.

Las estrellas brillan hoy
en los sueños y en el aire
abre un camino la luz
nacida de nuestra sangre.

¡We Tripantü, We Tripantü!
dicen los ancianos padres
cantándole al nuevo sol
que en sus corazones arde.

Y ya cuando el día muera
y roja sea la tarde
los hijos escucharán
la voz de aquellos que parten

hacia las viejas palabras
de montes, cerros y valles,
ocultos en los recuerdos
que frente al fuego renacen.

We Tripantu (poema de Jaime Huenún)



En distintas culturas, tanto del norte como del sur del planeta, el solsticio de invierno constituye un momento en que los ciclos de la vida y la naturaleza se renuevan. Los mapuche, observadores profundos de la naturaleza, tradicionalmente han conocido y celebrado este retorno del sol o Wiñol tripantu. Cuenta Domingo Curaqueo que “los kimche observaron la influencia que ejercen las gaw poñi y witran y pürapanaw, grupos de estrellas que anuncia la llegada del wiñol tripantu. Durante este período se recuerda la importancia de küyen (la luna) en la renovación del agua, la presencia del wünelfe (Venus, lucero del amanecer) que renueva las fuerzas de la naturaleza y de las plantas medicinales. Se recuerda también a Wün Kuse y Wün Fücha y por último a antü (el sol) que renueva las energías del itrofill mogen o la ‘diversidad de vidas existentes’. Entonces, el mapuche se renueva en su kimün y rakizuam al ser parte de dicha diversidad”. Termina un ciclo y empieza otro con la temporada de lluvias que limpian y preparan la tierra para los nuevos brotes. La lluvia ha sido ampliamente considerada un símbolo de las influencias celestes sobre la tierra; cae desde el cielo, permanece en el rocío, es próspera y fecundadora.


Llueve. Llueve copiosamente en estos días en que se aproxima el solsticio de invierno y con él nuestro We Tripantv Año Nuevo, mientras las Pléyades navegan regresando o –más probablemente– han recalado en su lugar de luz en el firmamento... Me emociona el sonido de la lluvia sobre el techo de la casa, su brillo sobre las hojas de los árboles, sobre los pastos y los caminos. Aunque los inviernos se van tornando cada vez más secos; el año pasado casi no llovió y hubo poquísima nieve en el sector en que está nuestra comunidad. Aumentan las plantaciones de eucaliptos y pinos que están secando las napas y, en consecuencia, las fuentes sobre las superficies aledañas a ellas. Plantaciones que han venido disminuyendo el caudal de los esteros, amenazando y dañando a nuestros bosques porque cortan el ciclo de la lluvia. 

La vida es una nube azul (fragmento, Elicura Chihualiaf)


El Wiñol tripantu se manifiesta en distintas acciones culturales y religiosas. Las comunidades se preparan con anticipación. En algunos territorios, las escuelas y municipios también se involucran en las celebraciones. El encuentro comenzará hacia el atardecer y se compartirán alimentos, historias, cantos, juegos y ceremonias. Toda la comunidad se hará parte, incluyendo los ancianos, los recién nacidos y los que ya han pasado. “Al anochecer se comienzan los nütram o conversación compartiendo sabiduría, historias y diversos conocimientos. Es la oportunidad para que los ancianos hagan gülamtun (consejo) para orientar a las demás en su actuar. Se habla de los ejemplos de vida de quienes lucharon para que el pueblo se conserve vigente hasta nuestros días, se aconseja a los niños y jóvenes para que lleguen a ser kümeche (gente buena) y lleguen a ser sabios algún día [...] De madrugada, con el pürapanaw, se inician los preparativos para una ceremonia del amanecer. A la llegada de la estrella wünelfe, cuando empiezan a trinar los primeros pájaros, la gente se baña en los ríos, lagos o esteros para purificar su püllü (espíritu de vida) y su cuerpo, de la misma forma que lo hace nuestra tierra” (testimonio de Domingo Curaqueo). Cuando el sol aparece por las montañas del Puel mapu, los mapuche gritan: “¡Akuy we tripantu!”.

Trayengko mew, amuyu
küllaytuayiñ rangi meli wingkul mew

Amuyu, amuyu deya,
aku, akuy ti antü

Witrange, lamgen
akuy we tripantü,
akuy we mongen,
ka kiñe Wiñoy tripan antü

Vamos al estero, hija.
entre los cuatro cerros
nos bañaremos
no demores el tiempo
mira que el sol ya viene.

Despierta niña,
que llega la vida nueva.

AKUY WE TRIPANTÜ (poema de Jacqueline Caniguan)


En la cosmovisión indígena el tiempo es cíclico. La vida nueva es en realidad un ciclo nuevo, pero ciclo a fin de cuentas: lluvias, brotes, frutos, descanso. Al respecto, Elisa Loncon precisa: “El tiempo mapuche no es la sucesión lineal de pasado, presente y futuro, es un tiempo cíclico; tampoco el ciclo implica repetir el pasado, se cumple un ciclo para iniciar otro, para iniciar un cambio. Las personas, como la naturaleza, siguen el ciclo de la vida, nacen, viven y mueren, como los animales, las aves, todos tienen su ciclo. La concepción del tiempo como cambio de ciclo, también lleva a aceptar y a respetar el ritmo y el tiempo de la naturaleza, no vale la pena luchar contra ella para acelerar o ralentizar su ritmo”. Observar el tiempo indígena, distinto al tiempo lineal del mundo occidental, implica observar y cuidar el tiempo de la naturaleza, una actitud contraria al paradigma de explotación y extractivismo que habita en las mentes de quienes dañan los bosques, los ríos, las montañas y todas las vidas que ellos contienen con tal de enriquecerse. En tiempos de pandemia, cuando la enfermedad nos rodea, es importante celebrar la vida que regresa. Es muy probable que enfrentemos un ciclo difícil. En una entrevista reciente, Giovanna Tabilo, vocera del machi Celestino Córdova (que lleva casi 50 días en huelga de hambre), comentaba: "La gente, los che, necesitan despertar. Este tiempo duro es para fortalecerse para el tiempo más duro que viene”. Como nunca debemos cuidarnos y entender y practicar la defensa de la tierra en su diversidad. En este ciclo que se renueva, compartimos la tarea de sanar y restaurar los desequilibrios que una vida demasiado ambiciosa e inconsciente ha causado.

Fotografías de Paulo Slachevsky