Resistencia gráfica

El fin de semana recién pasado volvieron a pintar la fachada del Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) y con ello borraron cientos de piezas de arte y expresión popular que testimoniaban la historia de la revuelta iniciada en octubre. Había sucedido antes, el 19 de febrero de este año, cuando el mismo espacio amaneció pintado de rojo. En aquella ocasión, desde el centro cultural señalaron: “Creemos que Chile está en un momento histórico que se revela en sus muros. Nuestra fachada se reescribe diariamente manifestando la historia del movimiento social. Si bien pensamos que nuestros edificios deben ser cuidados y no rayados, hoy no es el momento de repintarlos”. En un comunicado publicado el sábado 27 de junio en su sitio web, el centro cultural mencionaba que se acogerían al denominado plan “Recuperemos Santiago”, impulsado y financiado por la Intendencia Metropolitana, y agregaban: “El edificio de GAM es un comodato del Ministerio de Bienes Nacionales, y por convenio se exige la debida mantención de todo el establecimiento, asegurando la correcta conservación de un inmueble patrimonial urbano”. Pareciera ser, entonces, que la pandemia diluyó el momento histórico y, hoy, sí es tiempo de repintar el edificio... una nueva reescritura.

Para el gobierno y algunas autoridades metropolitanas, la “recuperación” de los espacios públicos que todavía testimonian la revuelta de octubre ha sido una tarea esencial, especialmente a partir de marzo, cuando el coronavirus puso las calles en pausa para el movimiento social. Es evidente que estos planes de recuperación se relacionan más con restituir una imagen ordenada y pulcra de la ciudad (una higienización) que con reconocer y conservar la historia que se expresa a través de las murallas. Muy por el contrario, se suelen considerar estas expresiones como actos de vandalismo y delincuencia. Nada nuevo hay en todo esto. Conocemos el carácter transitorio del arte y la consigna popular expresados en las calles, pues su mensaje y su soporte están constantemente expuestos a ser objeto de algún proceso de restauración, recuperación, blanqueamiento o censura. ¿Cómo olvidar las sábanas blancas con que intentaron tapar la plaza de la Dignidad aquel día del espurio acuerdo? ¿Cuántas veces Carabineros ha destruido el memorial a Mauricio Fredes? ¿Y los que pintaban encima de verde o de blanco, o aquellos que, con resguardo de los mismos Carabineros, taparon con focos la palabra “Humanidad” en el edificio de la Telefónica?

Afiches de la exposición "Por la Vida... Siempre", que debió ser inaugurada por Salvador Allende el 11 de septiembre en 1973. Inconclusa. Militares destruyeron las gráficas durante la mañana del golpe de Estado

Desde la dictadura militar, la producción gráfica de corte político, en sus distintas técnicas y soportes, ha sido una forma clave de concientización, protesta y resistencia. De esta manera, en medio de autoritarismos, no ha estado libre de criminalizaciones, persecuciones y castigos. Colectivos como el Tallersol o Agrupación de Plásticos Jóvenes (APJ), junto con ser trabajadores persistentes de la gráfica antidictatorial (del afiche, en particular), forman parte de la trama genealógica de la resistencia gráfica que hasta hoy perdura (sobre todo por su desvinculación de los partidos políticos y algunas de sus técnicas y estrategias). Pese a todos los intentos de eliminarla, esta resistencia se sobrepone, dura, insiste, y no dejará de aparecer.


Afiche realizado por la Brigada de Propaganda Feminista, Centro Cultural Gabriela Mistral, marzo de 2020

Afiche realizado por la Asociación de Plásticos Jóvenes (APJ), ca 1981. Difusión para acto de solidaridad intersindical para con las ollas comunes con que se resolvió de manera colectiva el problema del hambre, fruto del alza de los despidos y el desempleo en la población.