LOM y los 50 años: La poesía chilena

Por Nain Nómez

La poesía chilena ha sido dentro de la literatura nacional uno de los géneros que más ha recurrido a la memoria y al testimonio para dar cuenta de la dictadura y sus secuelas en la historia personal y colectiva. La Editorial Lom ha dado cuenta de este carácter testimonial de los poetas desde su creación en los años noventa del siglo XX y al respecto queremos recordar aquí algunos de esos poemarios.

Empezamos este recordatorio de los 50 años del Golpe con el poeta José Ángel Cuevas, quien reiteradamente alude al antes y el después de la dictadura. En Poesía de la comisión liquidadora (Lom, 1997), el sujeto poético asume el papel de un hombre cualquiera a través del cual pasa el mundo de la represión, el abandono y la marginalidad. En su poemario 1973 escrito especialmente para la colección Libros del Ciudadano, treinta años después (Lom, 2003), se alude con un tono irónico y narrativo al Golpe, sus secuelas y la destrucción del país. Toda la obra poética del poeta Cuevas gira en torno al trauma de la aniquilación, la derrota y los fragmentos de una memoria que busca reconstruir el mundo perdido. Ello se ratifica en el libro Maquinaria Chile (2012), donde los sobrevivientes del holocausto dictatorial vagan por una ciudad que los desprecia y los margina. Cuevas alude a un mundo neoliberal donde el consumo, el egoísmo y la despolitización han sustituido la construcción de las utopías y los sueños de un mundo mejor. El poeta Miguel Arteche quien recibió el Premio Nacional de Literatura en 1996, publicó ese mismo año su Antología Cuarta, donde muchos poemas aluden al carácter ominoso del país después de 1973: la tortura, la violencia, la soledad, la muerte o la desaparición.

El poeta Armando Uribe, también Premio Nacional de Literatura en 2004, reproduce en Las brujas de uniforme (Lom, 1998), los diálogos entre Augusto Pinochet y sus subordinados el día 11 de septiembre de 1973, en un testimonio documental que muestra la abyección y el horror del momento.

En la Antología (Lom, 2000) de Efraín Barquero, otro Premio Nacional (2008), los poemarios El poema negro de Chile y los Bandos marciales, ambos publicados en 1974 durante el exilio del poeta en Francia, dan cuenta de manera directa y pavorosa de la instalación de la sanguinaria dictadura, a partir de las figuras de los victimarios y las víctimas. Los Bandos marciales parodian con una escritura solemne, pero a la vez humorística y sarcástica, la legalidad represora impuesta desde los primeros días del Golpe.

El poeta exiliado en Venezuela, Mahfud Massís publica Papeles quemados (Lom, 2001), un libro de poemas que muestra el sentimiento desgarrado del cataclismo creado por la dictadura con imágenes en que la angustia, el dolor y la amargura representan el cisma y también la estela de muerte que dejó el Golpe.

La antología de Alfonso Alcalde, Siempre escrito en el agua (Lom, 1998), se cierra con el largo poema “Qué crimen no cometieron?”, una elegía que pormenoriza los crímenes de la dictadura como un largo testimonio escrito en verso.

Carmen Berenguer en Mama Marx (Lom, 2006), a través de las figuras del Anticristo y de Isabelina, proyecta los estragos causados por la dictadura y el neoliberalismo en el país y sus efectos en los barrios marginales de Santiago. En la antología titulada Chiiit, son las ventajas de la escritura (Lom, 2008), varios de sus libros aluden al Santiago del neoliberalismo, a la vigilancia policial , la represión del Estado Dictatorial, a las cácerles y los lugares de tortura.

En Los dolores del miembro fantasma (Lom, 2014), el poeta y cantante Patricio Manns, contrasta la situación del país después del año 1973 y los tanques en la calle con la esperanza del amor, el homenaje a los desaparecidos y la dignidad de los oprimidos.

Jorge Montealegre describe en su antología Cuenta regresiva (Lom, 2017), el terror y el desquiciamiento del tiempo dictatorial, al mismo tiempo que va contando las peripecias del día a día: la prisión, el exilio, la destrucción, la violencia y el desencanto.

La poeta Carmen Orrego en su libro La memoria discreta (Lom, 1998), antología que recorre una obra diversa y personal, donde la “Serie del once” da cuenta del horror de la tortura y el ensañamiento de la dictadura con los prisioneros.

Ivonne Coñuecar publica Patriagonia (Lom, 2014), una trilogía autobiográfica que visualiza el periodo dictatorial desde una infancia que transcurre en el espacio patagónico y donde el trauma de la tragedia acrecienta los miedos, los deseos reprimidos, las desapariciones, la pérdida de la memoria.