El negativo de la Historia
Por Julia Guzmán Watine. Palabras de presentación del libro "El sol en la escalera".
Santiago, el protagonista de El sol en la escalera, intenta recordar. El objetivo de su relato es luchar en contra del olvido que se ha apoderado de su madre y que, según él, poco a poco va ganando terreno en su propia vida. Él comienza a escribir sus recuerdos después de limpiar la oficina donde trabajó más de veinte años. En sus evocaciones aparecen sus padres, su niñez, sus experiencias como profesor en colegios y universidades; también, su pasado como fotógrafo en marchas y en revistas de caza. Surgen historias de su colegio, su barrio, como un intento de fijar lo que va desapareciendo en su vida y su ciudad.
En ese contexto de ensimismada reminiscencia, aparece el elemento perturbador, el recorte de un diario donde se dice que su exjefe, Ricardo Díaz, desapareció misteriosamente. Este hallazgo motiva otros recuerdos y, también, de manera tímida, la curiosidad acerca de la suerte de esa persona, que dejó de ser parte de la vida de Santiago unos treinta años atrás.
En esta novela se tensionan varios elementos; hay una oposición constante y subterránea, manifestada a través de reflexiones o hallazgos que intentan ser acallados por el sentido común y el instinto de supervivencia. Voy a mencionar tres conflictos: primero, el deseo de recordar frente a la desaparición su exjefe, que obliga a acercarse más a la familia de Ricardo. En segundo lugar, el recuerdo reconfortante en conflicto con recuerdos dolorosos que provocan desajustes en el discurso que el personaje va construyendo de sí mismo. Y, en tercer lugar, la lógica cotidiana en oposición al prodigio de lo fantástico y la CF.
Como dije anteriormente, el primer enfrentamiento de voluntades se manifiesta en el argumento de la obra, en la tensión entre esa presencia (o más bien ausencia) de Ricardo y la búsqueda de la memoria familiar y personal. En otras palabras, el personaje anda nostálgicamente por las calles de Santiago y sus recuerdos e irrumpe, como si fuera cosa del destino, la desaparición de Ricardo.
Aquí se podría decir que la intención de investigar es bastante tibia; no hay entusiasmo para introducirse en la peripecia de la historia y en la acción que, finalmente, se impone. Lo que se apoya, a su vez, en la tensión entre la información que proporcionan los personajes asistidos por Santiago y los silencios o mentiras que los envuelven.
Puede ser que esta apatía por parte del protagonista se deba a que en el momento que comienza su relato se encuentra en un presente crítico. Tanto en su vida como en las circunstancias históricas de las que es testigo.
Ese presente problemático se impone porque hay una decepción laboral en el personaje y su vivencia personal es el correlato del contexto que también es recreado en estas páginas: el estallido social, la violación a los DDHH, la crisis en la vida de los chilenos, los abusos de las autoridades, la toma de conciencia de años de decepciones; de lustros que pasaron y dejaron sueños en el tintero, y la expresión de una insatisfacción generalizada. Tal como dice Santiago “nadie está contento”.
Entonces, como un gesto de salvataje de su vida y de su contexto, Santiago quiere recordar; surge la necesidad de realizar un recorrido por el pasado y por las decisiones. Quizás, para explicarse algo, para responder alguna pregunta que no se ha formulado. Y aquí quisiera enunciar un segundo conflicto, una nueva tensión: el recuerdo que acompaña, consuela, y tal vez, alegra; y otro que provoca preguntas, crea una pugna en la memoria y, quizás, en la aceptación del propio discurso acerca de su existencia, Esto último está estrechamente relacionado con lo que se nombra y lo que se omite en la narración del recuerdo y el escrito del protagonista.
Esta tensión se puede apreciar, también, en las reflexiones que Santiago hace acerca de la fotografía.
De hecho, su deambular por los recuerdos se convierte en un ejercicio agradable, y, como ocurre con la fotografía, se van fijando los momentos memorables en el discurso que Santiago escoge para él y para nosotros los lectores. Sin embargo, a medida que avanza el relato, las imágenes o su ausencia comienzan a incomodar. En otras palabras, se realiza una analogía de lo que no se quiere recordar con, como lo nombra Santiago, el negativo de la historia. De modo que aparece la sospecha de esa pregunta no formulada del pasado del protagonista y de nuestra historia. Se relaciona también con lo que el fotógrafo ha decidido dejar fuera de la imagen; a lo que el narrador ha dejado fuera de su formulación; se refiere a los silencios que en la obra de Juan Colil son tan importantes, porque se convierten en preguntas y reflexiones obligadas. Se encamina a la tensión entre lo que se enuncia y lo que se calla, y se emparenta con los tipos de recuerdos (los apacibles y los no tanto).
En tercer lugar y para concluir, se puede representar una tensión entre lo real, lo posible o el realismo, por un lado, y la Ciencia ficción y lo fantástico, por otro. Estos prodigios, que se escapan de la lógica del cotidiano, se podrían relacionar con el presente crítico y sus certezas que se ponen a prueba.
Luis Cano, en un libro donde habla de la CF en Latinoamérica, llamado “Intermitente recurrencia”, indica que lo fantástico y la CF, son un cuestionamiento al imperio de la razón y del realismo; son una postura crítica frente a las certezas que colonizan nuestra percepción acerca de la realidad. De modo que estos registros también expresan una actitud crítica hacia el contexto extraliterario y, al igual que la novela negra, reflejan cierto distanciamiento al discurso consensuado y seguro de la realidad, que ya es bastante inverosímil.
Los personajes no se reconocen a sí mismos; no están conformes con sus vidas ni tampoco quieren cambiarlas. Esto se ve en la temática del doble que aparece en algunos relatos de Juan Colil. Por ejemplo, en el cuento “Las sobras de la vida”. El protagonista sufre la usurpación de su vida por parte de su remedo. Y aquí surge una pregunta: ¿Quién es más lúcido, el protagonista que encuentra mediocre su vida o el doble que viene a usurparla? En “Espejismo cruel”, de igual manera está la idea del doble que padece otra vida en el extremo opuesto del planeta; y, en “El sol en la escalera”, también se acepta la posibilidad de la existencia del doble de un personaje.
Finalmente, retomando la idea del prodigio como crítica, el doble podría representar un desdoblamiento, una suerte de extrañamiento y distancia hacia la vida misma, hacia ese presente tan lejano a causa de la rutina muda y ese tiempo que corre tanto que traiciona. Como si dijera “Ese que veo ahí no soy yo”.
Por otro lado, se aprecia en “Cosas que no creerías”, “El sueño de Yu Yeong Ju”, en “El sol en la escalera” y en otras narraciones del autor, la temática de los viajes en el tiempo, específicamente al pasado. Es revelador constatar que las razones de esos periplos interdimensionales no son buenos: tienen relación con el tráfico de órganos de niños, pruebas nucleares con niños y modificación de algunos momentos pretéritos para que estos mismos grupos criminales que aparecen en los relatos aludidos, controlen la realidad, por medio de modificaciones en el pasado. Como si el poder de viajar en el tiempo, fuera la representación de estos lazos invisibles que no permiten una modificación estructural de nuestro país, como si simbolizara las fuerzas subterráneas que nos gobiernan y nos destruyen.
El pasado, entonces, tiene otro aspecto, se ve de una manera diferente. De suerte que, la CF se convierte también en una forma de construir una memoria o, tal vez, cumple la misma función que el recuerdo: busca explicaciones, remueve el pasado y el presente, que se han escondido en una rutina que se niega a investigar. La CF revela, tal vez, esa verdad escondida; ese discurso negro, perverso y repetido de nuestra historia. La CF intenta articular otra memoria, otro presente que se oculta tras la explicación de la coincidencia, el sueño o un desvarío pasajero. Es preferible persistir en esa miopía crónica y apelar a aclaraciones tan inverosímiles como el prodigio mismo. Dicho de otro modo, aunque se imponga la desgracia a través de una fotografía; aunque esta obligue a indagar en el negativo de la historia, aparece la posibilidad de negarlo todo y decir que no hay tiempo para excentricidades ni problemas ajenos, mientras los personajes se lamentan por su suerte y la de un país que no puede salir de su oscuridad.
Obras mencionadas:
- Juan Ignacio Colil A. “Las sobras de la vida”. Cuento inédito.
- Juan Colil (2021). Espejismo cruel. Santiago, Editorial Los Perros Románticos.
- Juan Ignacio Colil A. “Cosas que no creerías”. En Santiago canalla (2019). Espora-Rhinoceros.
- Juan Ignacio Colil A. (2020) “El sueño de Yu Yeong Ju”. En Revista digital Trazas Negras, N°2. https://www.delibros.cl/tienda/revista-trazas-negras-numero-2/
- Cano, L. (2006). Intermitente recurrencia. Buenos Aires: Ediciones Corregidor.