Trazando el Camino del Feminismo: Reflexiones y Acciones Inspiradoras de Julieta Kirkwood

"Los escritos de Julieta recuperan la subjetividad, la emocionalidad, el aporte al conocimiento de las reflexiones y acciones feministas, subrayando la estrecha relación entre la acción y el conocimiento que impulsan los feminismos."

Extracto del prólogo del libro Tejiendo Rebeldías 

Una de las características más notables del feminismo contemporáneo es esa suerte de irresponsabilidad para con el paradigma científico y los conceptos que se asumen en su lenguaje. Esta especie de desparpajo en mezclarlo todo, como si se tuviera la certeza de que las tablas de la ley del conocer, por venir desde lo alto, se hubiesen hecho añicos en su caída a lo humano y que, en consecuencia, «habría que arreglárselas con lo que tenemos». Más allá de la insolencia y del arrojo, la libertad y el des-orden que de ello se derivan me resultan muy gratos: proporcionan algo así como una licencia para expresar. (Contemos con la arriscada de narices de las lectoras/lectores de las ideas exactas).

KIRKWOOD, 1986.

Esta nueva edición del libro Tejiendo rebeldías de Julieta Kirwood, a cincuenta años del cruento golpe de Estado de 1973, resulta un hecho de gran potencia política feminista que nos permite orientarnos en este complejo presente. Patricia Crispi, compiladora de estos trabajos, señala aquí que «la importancia del conjunto de estos textos y quizás su unidad no se encuentra tanto en sí, como en la acción de mujeres que los acompaña». Boletines, cartas al director, informativos y hojas fotocopiadas permiten reconstruir no solo la visión de la autora frente a la condición actual de la mujer, sino también los mecanismos de acción a través de los cuales se manifestaba esa práctica feminista.

En uno de los periodos más violentos de nuestra historia, los movimientos de mujeres y feministas jugaron un papel fundamental en la lucha no solo contra la dictadura y en defensa de los derechos humanos, sino también contra las distintas formas de dominio y desigualdades que caracterizan a las sociedades; entre ellas, las desigualdades de poder entre mujeres y hombres junto a las persistentes desigualdades de clases. En este proceso Julieta Kirkwood encarna e inspira con sus escritos y acción política feminista al movimiento feminista chileno y latinoamericano.

Julieta impugnó las formas de pensar, de concebir y representar la sociedad, develó el papel que jugaban las categorías de conocimiento vigente en las distintas disciplinas y de los discursos en la reiteración de la dominación; los estrechos límites del hacer político responsables de la sobrepresentación de las mujeres en política y la exclusión de ellas de los debates públicos, de sus miradas, de sus intereses, de su manera de anticipar un futuro deseable. Amplió, decididamente, los límites de la democracia hacia el mundo privado y de la familia, como consta en el célebre slogan que recorrió el continente: Democracia en el país y en la casa.

En el plano de la práctica política tejió amplias alianzas, vínculos con organizaciones de mujeres y populares, reconstruyendo sus biografías y rescatando sus luchas históricas para hacer visible la experiencia social compartida de las mujeres, fortaleciendo de esta manera los lazos de pertenencia y la construcción de un nuevo sujeto político.

Posicionada entre la teoría y la práctica, Julieta develó el carácter contradictorio y heterogéneo de las dinámicas sociales, denunció las falsas dicotomías que oponen lo privado a lo público, lo objetivo a lo subjetivo, lo racional a los afectos. A la vez que mostró que la división sexual del trabajo, las normas institucionales que regían la familia, la economía, la cultura y la política, basadas en las ideologías de las diferencias radicales entre los sexos, o en conocimientos incompletos, constituían las bases estructurales, normativas, culturales y subjetivas de una dominación patriarcal de carácter sistémico.

Posiblemente su análisis más significativo, por rupturista, de un tipo de práctica instalada en los feminismos de la década de los ochenta, fue el análisis de los mitos del movimiento feminista que expresaban lo que Julieta había querido trasmitir, al alertar sobre el riesgo de «...un realismo feminista que descarte –negándolo– todo aquello que sea exterior a la vivencia pura de lo oprimido femenino. Es decir, que para demostrar la pésima síntesis cultural que nos exige ser cuerpo o idea, nos precipitemos absolutamente al cuerpo-emoción que somos, negándonos la simultaneidad de seres pensantes sociales que somos».
Los escritos de Julieta recuperan la subjetividad, la emocionalidad, el aporte al conocimiento de las reflexiones y acciones feministas. De esta manera critica la validez de un conocimiento orientado por categorías universales y subraya la estrecha y múltiple relación entre la acción y el conocimiento que impulsan los feminismos. Para Julieta, la preocupación política central va más allá de las luchas por una forma de discriminación patriarcal de las mujeres, pues solo viendo la intersección entre las múltiples exclusiones y discriminaciones se abre un abanico de conexiones, articulaciones y posibles alianzas en las luchas y resistencias.

En Chile, luego de décadas, el feminismo, en sus dimensiones teóricas y movilizaciones sociopolíticas, junto a otras fuerzas democráticas se constituyeron en un motor de transformaciones societales hacia mayor justicia, igualdad, derechos y autonomías de las mujeres, proceso que se intentó cristalizar en una nueva constitución paritaria cuyos representantes, de todas las regiones y distritos procedentes de movimientos sociales, pensaron en nuevas normas institucionales que regulasen las relaciones sociales y redistribuyeran el poder. Para las feministas fue un punto de llegada de un largo proceso donde convergieron en una agenda feminista sistémica, la que articularon con temas tan importantes como el reconocimiento de un Estado social de derechos, los necesarios cambios en los sistemas políticos, los procesos de descentralización, los sistemas de justicia, entre otros, en un momento en que además llegaban al gobierno nuevas fuerzas de izquierda.

En este contexto, el pensamiento y la acción de Julieta son una inspiración para que la teoría y la práctica feminista retomen su importante papel transformador, fortaleciendo los lazos entre las organizaciones sociales de mujeres, escuchando sus temores, sus intereses, sus anhelos, y restaurando la confianza en la acción colectiva.