Homenaje a Ramón Díaz Eterovic en Festival Internacional Santiago Negro 2022

Palabras de agradecimiento de Ramón Díaz Eterovic 

Este miércoles, 21 de septiembre de 2022, recibí el reconocimiento Santiago Negro 2022 que por primera vez otorgó el Centro Cultural de España, en el marco de la cuarta versión del Festival Santiago Negro. Mis agradecimientos al Embajador de España señor Rafael Garranzo García, a la directora del CCE Paula Palicio Noriega, al Comisario del Festival, doctor Marcelo González Zúñiga de la Facultad de Letras de la PUC, y a los amigos y amigas que me acompañaron en la actividad. Junto a lo anterior, en la ocasión se dio a conocer la nueva novela de la saga Heredia: Imágenes de la muerte

En la oportunidad me permití expresar lo siguiente: “Se trata de un reconocimiento a la trayectoria literaria de un autor”, decía el correo que días atrás me envió el profesor Marcelo González Zúñiga, comisario del Festival Santiago Negro 2022. La palabra trayectoria me hizo pensar en el paso del tiempo, en caminos, encuentros, despedidas. Entonces, y brevemente porque ya hemos hablado bastante esta tarde, quisiera decir que hace 37 años, en 1985, fui premiado en un concurso de cuentos que me permitió viajar a Buenos Aires con el pasaje aéreo estipulado en el premio. En Buenos Aires me alojé en una pensión del barrio San Telmo, donde vivía el poeta Hugo Vera Miranda, uno de los mejores poetas chilenos que conozco y hasta hoy poco publicado en Chile, aunque no en otros países donde valoran su trabajo. En esa pensión de San Telmo ubicada cerca de la calle Chile y del Café La Poesía escribí la primera versión de los tres capítulos iniciales de mi novela La ciudad está triste.

La novela se publicó dos años después y en ella nació Heredia y una saga detectivesca que llega a las 19 entregas con la reciente publicación de la novela Imágenes de la muerte. Una saga que ha contado con el apoyo de varias editoriales chilenas y extranjeras, y en especial de LOM Ediciones, responsable, desde el año 2000, de la publicación de todas las andanzas de Heredia. Mis agradecimientos para LOM y demás editoriales. Y si de agradecimientos se trata, estos son infinitos para Sonia González Valdenegro, a quien conocí cuando andaba con el manuscrito de La ciudad está triste bajo el brazo, y desde entonces compartimos una vida a la que ambos hemos aportado nuestros particulares cuentos y novelas.

Las historias de Heredia me han permitido abordar un desafío importante para cualquier escritor: encontrar un punto de vista desde el cual expresarse y crear un personaje creíble y querible, que fue capaz de ganarse sus lectores. Más de treinta años después de esos capítulos esbozados en Buenos Aires, sigo escribiendo sobre los brillos y miseria de una sociedad donde los valores son ambiguos y la violencia sobre las personas se expresa de múltiples maneras. Escribo desde los códigos de una forma literaria que en circunstancias históricas, geográficas y culturales diferentes a las que se originó, es eficaz en Chile y Latinoamérica para reflejar la condición humana.

Al mirar el conjunto de las novelas de Heredia siento que él cumple su rol de testigo de la historia chilena. Creo, y así lo han visto también algunos críticos, que en ellas hay un discurso esencialmente moral, ético, relacionado con el accionar de los poderes sobre la vida de las personas. Son estas novelas las que hoy me dan la satisfacción de recibir un reconocimiento que agradezco y que espero se mantenga en el tiempo para que llegue a más escritores y escritoras que incursionan en la narrativa policial o criminal; una forma literaria que no está de más recordar ha tenido en el Chile de los últimos años un desarrollo inédito. De ser un género absolutamente marginal, hoy es una narrativa que se publica con una interesante variedad de voces y búsquedas, que se estudia en las universidades, se premia en concursos y es el centro de interés en congresos y encuentros literarios.

Junto con lo anterior, recibir este reconocimiento me da otra especial alegría. El año 2008 fui convocado a una reunión por el director del CCE de entonces, Andrés Pérez Sánchez- Morate, y en la ocasión me planteó la idea de organizar un festival de novela negra al estilo de los que abundan en países europeos como Francia y España. A mi favor para aceptar el desafío tenía la organización de un encuentro de novela negra realizado años antes en la Biblioteca Nacional y el hecho de conocer festivales que se realizaban en otras latitudes, como la famosa Semana Negra de Gijón. Se formó un equipo de producción encabezado por Francisca Rivera y buena parte del personal del CCE. Me dieron una estrella de comisario como la de Gary Cooper en La hora señalada, y con ese equipo organizamos las dos primeras versiones del Festival Santiago Negro, las que permitieron traer a Chile a destacados escritores policiacos de América Latina y España. Literatura, teatro, cine, comic, radioteatro, música fueron algunas de las expresiones artísticas que dieron vida a estos encuentros que, me consta, perduran en la memoria de muchos de los participantes chilenos. Todo esto que evoco y que no es más que la punta del iceberg de mis recuerdos sobre estos festivales, es una manera de remarcar la importancia que tiene para mi recibir un galardón que lleve el nombre de Santiago Negro. Y al hacerlo me permito recordar a varios autores que fueron parte de los inicios del festival y que desgraciadamente ya no están con nosotros: Poli Délano, José Gai, Héctor Hidalgo, Pedro Guillermo Jara, Paco Camarasa y Domingo Villar. Seguro que en algún lugar de la imaginación o la memoria estarán todos ellos vibrando con esta versión de Santiago Negro que hoy comienza, con otros nombres y nuevas proyecciones.

Gracias al señor Embajador de España en Chile, Francisco Garranzo García, a la directora del CCE Paula Palicio Noriega y al profesor Marcelo González Zúñiga de la Facultad de Letras de la PUC por invitarme a Santiago Negro 2022 y por el galardón que hasta hace unas semanas me era desconocido y, sobre todo, absolutamente impensado. Gracias a los amigos y amigas que me han venido a acompañar en esta ocasión; y que a ninguno le falten las intrigas policiacas que nos permitan seguir escribiendo historias atractivas para felicidad de los lectores que siempre esperan conocer las consecuencias del último disparo o la última gota de veneno. Gracias.