Carta de Piero Montebruno a Nora Strejilevich.
… con ese registro antojadizo que es la memoria, siempre enamorada con lo que se quiere y olvidadiza con lo que no interesa...
Querida Nora Strejilevich:
Espero que estés muy bien por donde andes... El miércoles pasado, en el auditorio de LOM, en Concha y Toro 29, fue la presentación del libro Cuentos desde el exilio de Carlos Droguett, en el que trabajaba el difunto poeta Gonzalo Contreras (Contreras el bueno, como le decía Armando Uribe Arce; o el malo, como se llamaba él a sí mismo, también conocido entre sus múltiples sobrenombres por nosotros como el Gran Copto, o por el apodo Gonzalo, que había tomado socarronamente del nombre de su hermano menor. Raúl Gregorio Contreras Loyola era su nombre legal). Fue bien emocionante... yo me olvidé de mi grabadorcita que llevo a todos lados y hubiera sido imperdible enviártelo si se hubiera grabado... por lo que voy a hacer un esfuerzo de describirte lo que recuerdo con ese registro antojadizo que es la memoria, siempre enamorada con lo que se quiere y olvidadiza con lo que no interesa... Para partir, se le hizo el merecido homenaje a Gonzalo por ser el motor del libro... y también se te mencionó a ti por transmitirle a Paulo Slachevsky que este proyecto existía y estaba casi listo, pero que la muerte repentina y dramática del Gran Copto lo tenía truncado....
En la presentación, Fernando Moreno hizo una ponencia ejemplar, muy docta pero a la vez entretenida, porque le "metía" comentarios como "estuvo bonito eso...", "ahora se supone que ustedes aplauden", etc., que animaban a la sala sacando risas a la concurrencia... Bueno, después vino el plato fuerte: el hijo de Carlos Droguett, Marcelo Droguett, que contó la historia familiar donde se entrelazan Droguett e Isabel Lazo, su madre, sociedad conyugal que se había iniciado cuando, si no me equivoco, un Droguett de quince años conoció a una joven escritora que firmaba “Isabel La Católica” de dieciocho, una persona frágil y que sería la más revolucionaria o la más comprometida (Marcelo aquí hizo una pausa, diciendo que así la hubiera descrito su hija, la nieta de Carlos Droguett, que también estaba en la sala) de los integrantes de la familia Droguett Lazo, en una revista donde coincidieron como púberes escritores... Marcelo describió a su padre y a su madre... Contó cómo se complementaban a la perfección... Con un par de anécdotas describió a ese puntal de Droguett que era Isabel: una vez llamaron por teléfono a la casa de los Droguett Lazo y ella contestó para seguir hablando largo y largo, y al cortar le preguntaron que quién era, y ella respondió, para el asombro de todos, que nada, que sólo era número equivocado... Había simpatizado y entrado en una charla kilométrica con alguien que sólo había equivocado el número al marcar... U otra vez cuando se enteró por la prensa de un condenado a muerte por unos crímenes múltiples horrorosos, se enterneció y averiguó, después de la ejecución, nadie sabe cómo, dónde era su funeral... Al volver, le preguntan cómo había resultado todo, y ella responde que sólo estaba la viuda (nadie más había asistido al sepelio), quien muy emocionada le había dicho llorando: "Nunca conocí a un hombre tan bueno como mi marido". Todo esto lo iba contando con una destreza increíble Marcelo Droguett, mientras avanzaba punto por punto mirando a sorbos unas notas que tenía para guiar su presentación, que se extendió por más de una hora, mostrando que no sólo el parecido sino que la habilidad narrativa se hereda con los genes. Describió también los lazos de Droguett con el MIR, que él, su hijo, desconocía cuando vino el golpe, cuando él era un joven médico recién egresado de la PUC y vivía en el sur de Chile... Habló de un joven llamado Ignacio Ossa, que el MIR le había dado como contacto y que fue quien le llevó unos pasajes para que se fueran al exilio (porque Carlos Droguett e Isabel Lazo carecían de todo medio para costeárselos, a pesar de que los servicios de inteligencia de la dictadura les estaban pisando los talones). Bueno, Ignacio Ossa fue detenido y ejecutado por la DINA, apareciendo su cadáver meses después en la morgue de Santiago, en diciembre de 1975. Hay un libro de Droguett dedicado a este héroe que murió por salvarlo a él y a Isabel, su mujer... Apenas sus padres partieron al exilio, Marcelo contó cómo la casa de ellos fue arrasada y saqueada, destruyéndose manuscritos y otros documentos únicos y valiosos por pertenecer a los Droguett Lazo... Agregó que algunas de esas cosas habían aparecido ahora en la Biblioteca Nacional, asombrosamente bien cuidadas, dadas las ignominiosas circunstancias y lo ilegítimo de su origen... Se habló de los intercambios epistolares de Droguett que incluyen múltiples misivas con Camilo José Cela, quien publicó la primera edición del libro de Droguett referido a su héroe salvador Ignacio Ossa y una carta del mismísimo Cortázar, que le escribe para felicitarlo porque había caído en sus manos un libro de Droguett y que después de leerlo, dado a que le había gustado tanto, había decidido escribirle una carta para felicitarlo. Estas cartas inéditas eran otro proyecto editorial que el Gran Copto tenía en la mira, aunque un poco menos avanzado que el de los cuentos desde el exilio... No sé quién recogerá el guante de aquello....
Por último, Marcelo Droguett destacó los felices encuentros con el Gran Copto en Francia, donde toda la bonhomía de nuestro poeta Contreras hacía de cada encuentro un gran disfrute (¡cuánto yo mismo echo de menos esos encuentros deliciosos con Gonzalo. ¿Te acuerdas del último, comiendo los tres Chelsea Buns en el Fitzbillies en Cambridge? Ah... y estaba de público ni más ni menos que Mauricio Redolés, el mejor poeta vivo de Chile... ¡De público! Con su bastón y su parálisis... ¡Imagínate lo bello del encuentro! Y Pedro Vicuña, el hijo de José Miguel Vicuña y Eliana Navarro (otra historia de amor que se inicia en los tiempos de juventud y dura para siempre, en esos años dorados ajenos a la inmediatez de lo precoz e inacabado del hoy que lo arruina todo), con su esposa Natalia Roa, hija de Armando Roa (y hermana de mi buen amigo el poeta Armando Roa Vial), sobre quien Marcelo Droguett también contó una anécdota decidora... en tiempos de la famosa toma de la PUC, esa del cartel “CHILENO: EL MERCURIO MIENTE”. Armando Roa, profesor no de la Católica sino de la Chile, había visitado a los estudiantes de Medicina en toma, uno de ellos, él mismo Marcelo Droguett, para darles una conferencia y apoyarlos en la movilización. Yo, si me permites una digresión personal, conocí a Droguett en la adolescencia, porque tuve que leer “Eloy” en el colegio. Todavía recuerdo la tapa de la edición de la Editorial Universitaria... Abrí el libro en una página cualquiera y en cinco segundos entendí lo que era el “fluir de la conciencia” (y después me devoré el libro de pe a pa), esa técnica narrativa de la que me hablaban en la clase de castellano y que sólo pude encontrar de manera tan sublime después cuando leí el Ulysses en inglés, lo que me causó mucha gracia pues Marcelo Droguett decía que su padre leía el Ulysses también en inglés... Dijo también que una vez le preguntó a su padre que qué libro se llevaría si fuera un náufrago en una isla desierta (dejando fuera la respuesta de Chesterton: un manual para construir una embarcación y escapar de la isla), y su padre le respondió que todo Homero. A mí Droguett en mis primeros años en la universidad me interesó mucho porque lo leía con fervor mi amigo el poeta Santiago Barcaza; además, yo leía con ahínco (y frecuentaba sus oficinas en la calle San Diego) la revista Punto Final, donde aparecían muchas crónicas y entrevistas a Carlos Droguett. Marcelo Droguett contó que cuando Filebo (Sánchez Latorre) y Lafroustrade, como le decía su padre a Lafourcade, lo atacaron alevosamente después de su muerte acaecida en 1996, ningún diario quiso publicar la réplica de la familia a la infamia, sólo Punto Final de Manuel Cabieses lo hizo. Para mí además el encuentro fue muy especial, porque me reencontré con el otro Gonzalo,el hermano médico de "Raúl", con quien conversé largo... y claro conocí a la madre del Gran Copto, lo que me dio muchísima, muchísima alegría... El otro Gonzalo me mostró un pantallazo tuyo en alguna parte de California que no logré identificar en el lanzamiento de un documental... Te veías muy feliz sonriendo allá en la foresta sagrada que es "Hollywood"...Hasta aquí el descaseteado de la memoria, ya que la grabadorcita quedó olvidada en el arrimo de la entrada de la casa de mi hermana... Espero te agrade el recuerdo selectivo, porque entiendo que nadie fue lo suficientemente precavido para que hubiera un registro fílmico de ese encuentro bastante inolvidable.
Bueno, Nora, yo ya de vuelta en Valparaíso mirando a los cerros, esos en que las casas son felices, porque en promedio un cuarto de las ventanas puede si se quiere mirar el mar.
Un abrazo grande y escribe cuándo tengas un tiempito.
Piero Montebruno
P.D.: Nora, hay un archivo dePunto Final y ahí encontrarás la entrevista póstuma a Carlos Droguett, incluida la descarga que escribió su hijo menor Marcelo:
https://www.puntofinal.la/3dissue/1996/378/index.html (en páginas 16, 17, 18, 19, 20, y 21)
https://www.puntofinal.la/3dissue/1996/379/index.html (en páginas 16, 17, 18, 19, y 20) y en la página 30 está la respuesta acerada de Marcelo Droguett a los infames sin filo “Filebo” y Lafourcade/Lafroustrade.
¡Yo la voy a leer mañana!